Memoria de Andalucía

El Mundo de Andalucía, sábado 14 de febrero de 1998

Antonio Burgos

RAFAEL DE LEON: VIDA Y CANCIONESPinche para ver las coplas de Rafael de León

FLAMENCO Y COPLA

CARNAVAL DE CADIZ

CARLOS CANO: VIDA Y CANCIÓNCarlos Cano: guía de Internet 

TOROS

PAGINA PRINCIPAL

 

"En Cádiz hay que mamar"

 

"Quien no vio Sevilla no vio maravilla", que era el lema clásico, o "en Sevilla hay que morir", que lanzó una sevillana muy popular cuando el "boom" de este género en los años 80... "Todo es posible en Granada" hasta fue el título de una película de aquellos nuestros años 50 de cines de verano con cartuchitos de pipas y pregones de gaseosas, época en que frente al technicolor de Hollywood aquí teníamos el autárquico ferraniacolor de Cifesa, al que llamábamos "tomatecolor". Córdoba seguía lejana y sola desde el verso de Lorca. Huelva estaba a la orilla de las tres carabelas desde el poema de Manuel Machado. Cádiz, que era la "señorita del mar" de Pemán, la "salada claridad" de la geografía lírica andaluza de Manuel Machado, andaba, sin embargo, falta de un lema popular, al modo del "I love Nueve York" que en los años 80 llenó todos los coches con las pegatinas que nos traían los que vivían su primer sueño americano con aquellas ofertas del Club de Vacaciones que por 20.000 pesetas te ponían hasta quince días en un hotelucho de la calle 47, después de trasladarte en un "expantoso" avión de Spantax que hacía una interminable escala en el aeropuerto de Gander, razón por la cual una generación entera pisó tierra de Groenlandia sin habérsele perdido allí nada, que íbamos camino del Nueva York de Woody Allen, de Andy Warhol y de Tom Wolfe, a ver si en las rebajas de agosto en Macys encontrábamos un traje blanco como el suyo de mil dólares de entonces.

A Cádiz no le llamaban Cádiz, que le llamaban Tacita de Plata, y Cuna de la Libertad, pero faltaba esa frase popular y redonda de circulación universal. Así fue como vino "en Cádiz hay que mamar". Frase que no consideré nunca en absoluto ordinaria y mucho menos erótica, sino por el contrario entroncada en la cultura romana del Gades de la Bética. Que el gaditano dice que "en Cádiz hay que mamar" con los pies asentados en la misma cultura con que el romano contempla a Rómulo y Remo en las ubres de la Loba Capitolina. El gaditano, con esa frase, proclama a su ciudad Loba Capitolina de la cultura andaluza, modelo de sabiduría, crisol de civilizaciones. Frase cuyo origen no he visto que nadie haya investigado, pero que comencé a oír, con circunloquios y edulcoramientos, en los años en que, tras "Los Dedócratas" el Carnaval no sólo resucitaba, sino tomaba mayor fuerza que nunca. Epoca de Los Cruzados Mágicos, de Los Pequeños Cantores del Viena, de La Plastilina, de Agua Clara, del Callejón de los Negros, de Los Celtas Cortos, de Los Cegatos con Botas, años del pregón de Cantinflas, de las primeras retransmisiones de Carnaval a través de Telesur, a las mismas tantas y a deshoras, cuando acababa la programación de Televisión Española.

"Aquí hay que mamar" es frase popular andaluza, que los gaditanos siempre dijeron, y especialmente sus artistas flamencos. Para mí que saltó del flamenco al Carnaval, en esos dos hemisferios absolutamente independientes en que está dividido el mundo del gadirense arte popular. El "aquí" fue sustituido por "en Cádiz". Pero tardíamente. La primera vez que vi que una agrupación carnavalesca llevara el tema que ya en "Una chirigota con clase" era una proclamación de gaditanismo fue en "Los Guanches", una de las primeras comparsas de Joaquín Quiñones. "Los Guanches" iban de lo que su mismo nombre indicaba, que eran años en que aún no se estilaba esos títulos rebuscados que no describen el tipo. De haber salido hoy, "Los Guanches" se hubieran llamado "Una hora menos", porque iban de sabandeños, con sus mismas capas. Y en su estribillo fue donde primero advertí una apología y proclamación de la, digamos, lactancia cultural gaditana. Decía aquel estribillo, comparando el Carnaval de las islas Canarias con el gaditano:

 El Carnaval de las islas

tiene luz, color y samba,

pero al ver este de aquí

con su gracia extraordinaria

no puedo más que decir:

Máma aquí...

papá en Canarias...

Me quedé con aquella copla, y en la cabeza la tenía cuando Jesús Quintero, nombrado pregonero del Carnaval por Manolo González Piñero, vino a que le echara un cable en la redacción del texto. Quintero tenía pensado que iba de Loco de la Colina, con Josele y El Beni de loqueros, y que iba a llegar en una ambulancia, con una camisa de fuerza, a la plaza de San Antonio, donde hipotéticamente le daban permiso como las monjitas de Capuchinos se lo daban a Macandé. Pero tenía un texto tan alejado de Cádiz como de San Juan (de San Juan del Puerto, no de San Juan de Puerto Rico, que está ahí al lado). Le escribí entonces aquel exordio a los chicucos, a los "armarseneros" y a los gallegos del freidor. Y acordándome del estribillo de la comparsa de Quiñones, le eché el cable de las tres razones por las que tenía Quintero que decir que había aceptado ser pregonero: primero, porque en Cádiz hay que mamar; segundo, porque en Cádiz hay que mamar, y tercero (y ya estaba seguro que lo coreaba la plaza entera), porque en Cádiz hay que mamar... Quintero no hacía más que devolver a Cádiz lo que de Cádiz era, codificado anteriormente por Quiñones y conmigo de intermediario. En cuanto a que lo vendió como suyo y dijo que se le había ocurrido a él, es la mejor demostración de que, en efecto, en Cádiz hay que mamar...


Regresar a la pagina principal Ir a la página principal