El Recuadro

El Mundo de Andalucía, lunes 20 de octubre de 1997

El logotipo de la Junta

 

Me parece que fue Eugenio d'Ors el que dijo que un premio Adonais se parecía a otro premio Adonais como un huevo a otro huevo. Porque el autor del inmortal soneto a Ecija ya no vive, que, si no, diría que un premio Planeta se parece a otro premio Planeta como un logotipo institucional a logotipo instituciónal. Como los logotiperos son siempre los mismos ( que si Alberto Corazón, Corazón, no me quieras matar, Corazón, que si el hermano de Pérez Escolano, que si Juan Serrano, que si López Carmona) pues hacen los logotipos como churros. Lo peor del nuevo logotipo de la Junta de Andalucía, del que hay que largar tela, es que le quitas la leyenda de "Junta de Andalucía" y puede ser el logotipo de un distribuidor de Citroen, el logotipo de una carpa de copas de la movida a orillas del río o del mar, el logotipo de los túneles de Despeñaperros, o incluso el logotipo del útero, como dijo Luis Carlos Rejón, qué tío más guarro y más cochino, marchando otra de Hombre de Orce, Lele Alvarez Colunga...

¿En que se diferencia el logotipo de la Junta de Andalucía del logotipo de la Diputación de Sevilla? Pues que en el uno pone "Junta de Andalucía" y en el otro, "Diputación de Sevilla". ¿En qué si diferencia el logotipo de la Diputación de Sevilla del logotipo de la Caixa de Cataluña? Pues que en la Diputación de Sevilla está Alfredo Sánchez Monteiseirín (el que pasó por taquilla y de ser el peor de los monstruos ha pasado a ser directamente para el periódico de la ventanilla el mejor de los nacidos), y que en la Caixa está la mujer de Urdangarín.

Miren ustedes, señores de la Junta: aquí hay que hacer menos logotipos y más Andalucía. Un pueblo no se inventa con un logotipo, ni una voluntad política de soberanía se improvisa convocando un concurso para darle un chaparrón de millones a unos modernos, mientras se tiran a la basura camiones y camiones de papel timbrado con el logotipo que hizo antes otro moderno, trincando su correspondiente morterá. Menos logotipo y más dignidad de Andalucía, es lo que hace falta aquí, señores del autonómico perol y socios adyacentes que se han limpiado en las cortinas de su verde y blanca. Miren ustedes, señores de la Junta: nadie sabe cuál es el logotipo de la Generalitat, y ahí tienen a un pueblo en pie, como muchos andaluces quisiéramos ser de mayores; nadie sabe cuál es el logotipo del Gobierno Vasco, y ahí están, con una mano por suelo y otra por cielo, con Ardanza pasando el platillo por un lado y con Arzalluz pasando la boina por el otro, y trincando la tela de Madrid en beneficio de los suyos, y no como aquí, que con las glorias del logotipo se nos fueron las memorias de los 22.000 millones que ha dejado de cobrar la Junta.

Y luego, pero no después, la usurpación del concepto político de Junta de Andalucía por su Consejo de Gobierno, que la Junta también incluye al Parlamento Andaluz, pero ésos son otros López, u otros Pérez, u otros Suárez, porque tienen otro logotipo. Y luego pero no después, meter a Blas Infante y a su escudo debajo de la alfombra, como se esconden los trastos viejos cuando vienen las visitas, y poner en lugar del escudo de Por Sí y la Humanidad como dos medias lunas de la confitería La Gloria de Cádiz sobre un pionono de Santa Fe, será el homenaje a los cien años del pontificio dulce granadino. Y al final, pero no lo último, el pobre Hércules, que en la versión nueva me lo han dejado tan amariconado como estaba antes, que parece un niño del Arny más que el hijo de Zeus y Alcmena. Los Hércules de la Junta, a diferencia de los Hércules de la Alameda, son siempre lo menos hercúleos que se despacha. No se puede pintar tan amanerado y débilucho al vencedor del león de Nemea, al que le dio la estocá el toro de Creta, al que se encerró luego en la plaza de las marismas con seis del hierro de Gerión, que era el Jaime Pablo-Romero de la época, porque Hércules, como era de los modestos, tenía que tragar con los toros que no querían las figuras.


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