El Recuadro

Jueves , 26 de febrero  de 1998

La estupidez

 

Por ahí tenían que haber empezado, bien está lo que bien acaba. De conspiración, nada. De conjura, ni judeo-masónica, mire usted, y eso que el Gran Oriente Español renace, de lo cual nos alegramos bastante los doceañistas gaditanos. Los contubernios, en Munich, por el calor. Todo es una estupidez. No ahora, que lo ha dicho Aznar, sino desde el primer momento. Yo es que me descojonaba cuando el tío del sillón eñe salió con la conspiransón, a buenas horas, mangas verdes, y es que me sigo tirando de risa. Así tenían que haber empezado, todos, y Aznar el primero. "¿Usted de qué se ríe, señor Aznar?" "¿De qué me voy a reír, hijo mío de mi alma? De la conspiransón... Muy buen chiste, anda cuéntame ahora uno de indios y combois..."

Para mí, que vivo en provincias, es la habitual salmonelosis informativa de Madrid. Cuando se produce una intoxicación masiva en una boda o en una primera comunión, toda España se entera: "80 intoxicados en un banquete". En Madrid, todos los días, a la hora en que das una conferencia o te la dan, se producen intoxicaciones masivas, más que en los bautizos y en las primeras comuniones, y nadie dice nada. La salmonelosis informativa está tan a la orden día que ya ni siquiera es noticia. Pero desde aquí lejos, desde la provincia, la quincamos con toda perspectiva. Los diarios deberían venir todas las mañanas con noticias de este tenor: "80 periodistas intoxicados al cenar anoche con un baranda del PSOE". O lo más grave: "Una jartá de españoles intoxicados por una entrevista en la revista Tiempo". Usted lo ha dicho, señor Aznar. Aunque una semanita tarde, sigue siendo una estupidez

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