El Recuadro

El Mundo de Andalucía, viernes 20 de marzo de 1998

 

Caso Arny: Sevilla no tuvo un Baena 

Cuando nada parece lo que es, que los centros comerciales parecen el Titanic, las iglesias, hangares y los aeropuertos, iglesias, hay un abogado que se parece bastante a un abogado. A la imagen cinematográfica que la gente exige a los abogados. De los abogados, de los periodistas, de los policías, de los médicos de urgencias, tenemos una imagen cinematográfica y americana. Hasta el punto de que yo creo que la Constitución puso el juicio con jurado porque todos sus redactores se habían hartado de ver Doce hombres sin piedad en sus mozos años de cine club y Film Ideal. Por abogado aquí entendemos un Perry Mason. Un tío que va y que viene por estrados preguntando y repreguntando, que saca conejos de la chistera del Código Penal y que al final, cuando el juez dice si la defensa tiene algo que añadir, resulta que no es un conejo, sino que sale una paloma revoloteando y se pone en la mesa para que su señoría le dé arvejones.

Paco Baena da esta imagen del abogado de cine que siempre ha gustado tanto. Llamo Paco Baena al académico de la Sevillana de Jurisprudencia y Legislación, porque en el habla de Sevilla se escribe ilustrísimo señor don Francisco Baena Bocanegra y se pronuncia Paco Baena, como se escribe excelentísimo señor don Manuel Francisco Clavero Arévalo y se pronuncia Manolo Clavero o se escribe excelentísimo señor don Manuel Olivencia Ruiz y se pronuncia Manolo Olivencia, por citar casuística onomástica de grandes letrados con ejercicio... y servidumbre de popularidad en los tribunales de Sevilla.

Y tengo que confesar que esto que está usted leyendo hasta aquí no es artículo, sino un pavo. Yo quiero hoy mandarle un pavo a Paco Baena, que se ha alzado como el abogado de película que ha ganado un juicio de película como el Caso Arny, con acusados de película y escándalos de película. Le mando otro pavo al ilustrísimo señor don Manuel Rico Lara (que se pronuncia Rico Lara a secas), por algo que no lo ha felicitado nadie: por haber elegido a Paco Baena como abogado. Abogado al que le digo que no se cabree por la sentencia condenatoria del marqués frente a la absolución de los plebeyos. Es lo que últimamente se estila en la jurisprudencia hispalense, que, aunque lerdo en Derecho, llamaría "la agravante nobiliaria". Si tú le pegas una puñalá a un tío y te llamas Pérez Gómez, te absuelven. Pero si le pegas la misma puñalá al mismo tío y eres el Conde de las Lumbreras, te cae la perpetua, toma, por conde, para que te vayas enterando de que todos los españoles somos iguales ante la ley, excepto los que tienen título nobiliario, a ésos, entre las cejas, que no cojeen, por feudales. Es la toma de la Bastilla de los tribunales, Paco Baena, así que no te mosquees con lo de tu marqués de turno.

Echo en falta en la sentencia, no obstante, la principal: la absolución de Sevilla. Ay, qué pena, Baena, que la ciudad no te encomendara la defensa de su imagen... Porque el agua vertida, ¿quién la volverá a su talla de barro? Aunque te hayan absuelto, Paco Baena, hasta a uno que entró una vez en el Arny a comprar tabaco y a otro que fue a llamar por teléfono porque la cabina estaba rota, ¿quién absuelve a Sevilla? La fama de ciudad del vicio de los plebeyos y los patricios que cogimos con el Arny, ¿quién se la quita ahora a Sevilla? ¿Quién nos absuelve a los sevillanos colectivamente de las sonrisitas aquellas que ponían cuando hablaban del Ave como puerta de acceso de los parguelones al paraíso de la Piompa? Sobre la leyenda negra de flojos, juerguistas, capillitones, borrachucios y fuleros que teníamos los sevillanos, lo que nos faltaba era la leyenda rosa del por aquí detrás te quiero ver de los reservados con los niñitos... Pero todo puede remediarse. Sé, Paco Baena, que acabada esta cruzada, desde tu despacho de la calle Las Cruzadas vas a iniciar otra de recursos contra las condenas. Por favor, Paco, pide al Supremo también que revise la condena de la mala fama que le cayó a Sevilla sin comerlo ni beber una copa en el Arny.


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