El Recuadro

El Mundo,   jueves  26 de marzo de 1998

 

Una ley contra los García 

Si, como dicen, ese birlibirloque de poder alterar el orden de los apellidos a gusto de los progenitores es para traer las libertades democráticas desde los medios de lo público al tercio de lo privado, quedarse en el padre y en la madre me parece poco e injusto. Reivindico que las criaturas también puedan llevar el primer apellido de la abuela materna, con lo que defiendo ni más ni menos que el reconocimiento legal del poder social de la suegra, institución tan española como la siesta, la paella o el pacto con los nacionalistas.. El apellido de la madre es poco. Hay que conseguir que las criaturas puedan llevar el apellido de la madre de la madre. ¡La suegra al poder legislativo! Prevengo de los peligros. En la España de las Vanessas y los Israeles en los nombres puede ocurrir de todo en los apellidos. Me da esto cierto tufillo artistocratizante. Como si las madres defendieran el linaje de su apellido. Habrá quien reclame ser López Pérez en lugar de Pérez López como quien pide la rehabilitación de un título nobiliario.

No sé a qué viene esto, porque en España hay unos segundos apellidos espantosos. Si hubiera estado esa ley en vigor antes, nuestros premios Nobel de literatura se llamarían Juan Ramón Mantecón y Vicente Merlo, que ni son nombres Nobel ni nada. Luis Bidón hubiera escrito La realidad y el deseo , Antonio Alvarez, Campos de Castilla y Rafael Merello, el Marinero en Tierra. Con esos apellidos, ¿cómo se organiza una generación del 98 y otra del 27? Lo digo en el año del centenario de Federico Lorca García, que prontito le hubiera puesto su padre García si llega a estar la ley... Que, como comprenderán, será de hecho una injustísima ley contra los García, los Martínez, los Pérez, los Gómez, los López y los Fernández.


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