Estar con una mano detrás y otra delante es incómoda y penosa situación, muy habitual antes entre los parados mayores de cuarenta años y muy corriente ahora entre los grupos sociales con problemas económicos o laborales. Como los sindicatos están cada vez menos combativos, con tanto pactar subvenciones y ayudas con el Gobierno y con la patronal, trincando la tela marinera ora de Javier Arenas, ora de Lele Alvarez Colunga, y poniéndose el dócil babero de come y calla, las bases se rebelan y se tiran al monte, que ahora es el monte de Apolo o de Príapo, el Full Monty. Dicen que ha entrado la moda del Full Monty como en un tiempo llegó la del estríquin, recordarán: aquello que un señor o señorita, de buen o mal ver, se despelotaba vivo, y en pelota picada, en porretas, con el culo en pompa y circunstancia, se echaba a correr por un estadio, por una visita presidencial o pontificia, por una bulla solemne y grandiosa, y a ser posible televisada en directo. El Full Monty cuya moda ha llegado ahora es estático, frente a aquel estríquin dinámico. El estríquin estaba más en el espíritu de mediados de siglo codificado en Mayo del 68, mientras que este que llamaría fulmonteo anda en la estética de la sociedad del bienestar a dos velas, de la pobreza medida en euros, tan propio de estos finales del siglo XX.

Dicen que hacen Full Monty, y es un Monty ful. Porque la cuestión va completamente de Monte, de Monte de Piedad. Antes, cuando las criaturas estaban tiesas, iban al Monte y empeñaban el colchón, aunque fuera para darse el gustazo de comprarse la entrada para ir a ver a Joselito el Gallo. Ahora, cuando las criaturas están tiesas, más bien colectivamente, en vez de irse al Monte a empeñar los calzoncillos, se los quitan en público, como un anuncio de Calvin Klein. Ya se han despelotado los bomberos, los guardias de la porra, para que las señoras se la vieran en porretas, y ahora los futbolistas de la Unión Deportiva Alfacar hasta han organizado un fulmonteo espectacular, a fin de recaudar fondos para ese club de Regional Preferente que está completamente tieso. "Yo no me desnudo por dos millones de pesetas", dicen las estarletes que salen mucho en las revistas por la única razón de que salen mucho en las revistas, pero estos pobrecitos míos, los futbolistas del Alfacar, por dos millones de deudas no solamente se desnudan, sino que están dispuestos a hacer el pino montano con la mandorla fuera, cual fue el caso de Ediberto, que debe de ser el mejor pagador de toda la plantilla, porque se mostró ante las señoras que aplaudían y pagaban en toda su majestad y gloria. Ese objeto oscuro del deseo de los de la Piompa, que es entrar en el vestuario de un club de fútbol, para ver la cocacola familiar de Finidi y comprobar si Alfonso tiene aquello que dijimos del mismo color que las botas, es lo que ahora las señoras y los altamente delicados pueden ver en cuantito que proteste una plantilla de lo que sea, de bomberos municipales o de futbolistas del Alfacar.

El Estado del Bienestar cada vez produce más malestares en los confines del Estado. Dicen que la Bolsa sube y que esto es Jauja con la política económica del PP, pero la verdad es que cada vez hay más Rastrillos, más fiestas benéficas para recaudar fondos, más cuestaciones, más fulmonteos. Hay una estética del Cobrador del Frac que hasta hace que triunfen concursos de televisión donde va la gente que debe hasta de callarse, para ganar y pagar las trampas. Lo malo es que se ponga de moda sustituir el Rastrillo por el Full Monty, y las marquesas aburridas y las loros locos de la localidad tengan que despelotarse colectivamente para recaudar fondos para los pobrecitos niños. Claro que en tal caso recaudarán bastante, porque habrá que dar mucho dinero... Mucho dinero para no ver en cueros tanta piel apergaminada y tanto pellejo caído... Lo malo es que a Antonio Ortega se le ocurra decir que una buena forma de reclamar la deuda histórica es que el Consejo de Gobierno de la Junta haga Full Monty donde talaron los árboles de San Telmo. Bonito iba a estar Chaves haciendo Full Monty...

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