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Julio Anguita, la vieja trova de Izquierda Unida |
Hace veinte años, cuando los marielitos, Fidel Castro vació las
cárceles, dejando que la gusanera cogiera puerta y mar camino de Miami, en la primera
salida de balseros. Ahora parece que Fidel ha vaciado los asilos de toda la isla hermosa.
A cada vejete le ha dado unas maracas como las de Antonio Machín, unas claves como las de
Bola de Nieve, una guayabera como la de Beny Moré, los ha metido en el primer vuelo de
Cubana de Aviación, y ¡hala!, a cantar a España, que allí gusta mucho el jubilado
cubano haciendo son. Mamá yo quiero saber de dónde son los cantantes...
Como los jubilados españoles van por el
invierno a bailar el pasodoble a Benidorm, los jubilados cubanos se vienen a España a
cantar el bolero. Guayabera en vez de chandal. Trincando. Qué cara de pegar el mangazo
tienen los vejetes sinvergonzones... Nunca los ayuntamientos de progreso se han gastado
tanto en son cubano. Todos los jubilados cubanos están aquí con las maracas, para llevar
dólares a Fidel. Compay Segundo es un chaval al lado de los que se llaman ellos mismos Los
Jubilados. En qué plan, lo dice el nombre de otra agrupación: La Estudiantina
Invasora. La Vieja Trova Santiaguera es un equipo de juveniles comparada con este
Imserso con maracas que nos mandó Fidel.
No le perdono a Fidel que haya tardado
tanto en dejar que nos lleguen desde la revolución las bellísimas canciones antiguas de
la burguesía cubana. Fidel acabó con toda la Cuba interior y anterior, pero no pudo
asaltar el Cuartel Moncada de la belleza de las coplas de siempre: los boleros del amor y
el olvido, las guarachas de la guasa. No le perdono que la generación española de la
libertad no pudiera oír más que a Carlos Puebla y Los Tradicionales, que eran Antonio
Machín con letras de Carlos Marx, un coñazo de la reforma agraria va, con OEA o sin OEA.
Ahora descubrimos que teníamos en casa el disco de Carlos Puebla en el Olimpia de París
porque lo que nos gustaba no era la letra, panfletaria, mitinera, espantosa. Al lado de
aquellos pasquines por rumba cubana, el prosaico Gabriel Celaya era Aleixandre. Ahora,
gracias a las pateras de los abueletes cubanos, descubrimos que con Carlos Puebla nos
hurtaban la belleza de la canción cubana de siempre. Que como la copla andaluza, no es de
ningún régimen, ni de Batista ni de Fidel. Es del pueblo que la escribió, con
estrellas, en la voz del cielo.
Lo peor de la moda de los vejetes cubanos
es que crea escuela. Están dando muy malos ejemplos. Sobre todo, con lo que la gusta una
Cuba de Fidel a Izquierda Unida. Como si fuera un vejete del hogar del pensionista de la
calle Lamparilla habanera o de la Loma santiaguera, Julio Anguita ha cogido otra vez las
maracas y está dispuesto a darnos el bolerazo. También es la vieja trova, que vuelve con
su copla "Las dos orillas". "Las dos orillas" cantado por un vejete
cubano es una delicia de bolerazo. "Las dos orillas" cantado otra vez por este
puretón cordobés es un coñazo.
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