Decididamente,
no estamos preparados para la libertad de mercado. Hace el Gobierno unos presupuestos
donde se gastan en vino y almejas para los jubilados, los hospitales y las escuelas casi
más de lo que tienen, y les dicen que están apuntados al Sindicato del Gasto. Pues miren
ustedes: mejor ser afiliados del Sindicato del Gasto que militantes del Sindicato del
Mangazo, donde estaban apuntados los de antes. Anda que no... Mejor endeudarse uno
comprándose una birria de chalé (porque el de Aznar es lo menos que se despacha en
chalé) que dejar entrampada hasta los ojos a España... y comprarse encima también un
chalé, pero como el de Boyer.
A mí esta sociedad de libre
mercado y del Sindicato del Gasto me da una sensación de estar haciendo el canelo que no
sé cómo quitármela de encima. Hace más de treinta años que pago todos los meses un
dineral en cuota de la Seguridad Social y como tengo una mala salud de hierro, no le he
sacado al sistema asistencia ni un tubo de aspirinas. Me da la sensación de que por lo
menos a un jubilado le estoy pagando las vacaciones en Benidorm, pero a pensión completa.
Y, desde luego, que dos o tres camas de La Paz o del Reina Sofía son mías, de todas,
todas.
Pero nada como la sensación
de estar haciendo el canelo de los abonados de Telefónica de toda la vida, los que
tenemos línea desde que había que pedir recomendación para que te la pusieran. Ves la
televisión, y si unos ofrecen el 20 por ciento de descuento en las llamadas urbanas, los
otros el 50 en todas las que hagas. Tengo que enterarme bien, pero creo que hay un
sucedáneo de telefónica de éstos donde hasta te dan dinero encima si llamas a
Guadalajara. Libre mercado se llama la figura. Todas son invitaciones a traicionar a
nuestra Telefónica de toda la vida: Retevisión, Jazztel, Sinpletel, Uni2, Aló, BT, y me
parece que se me olvida un chaparrón más. ¿Pero quedan abonados de Telefónica? Las
separaciones tras la Ley del Divorcio de Fernández Ordóñez no fueron nada al lado de la
cantidad de matrimonios indisolubles con Telefónica rotos en estos días. Como a
Telefónica no hay que pagarle pensión alimenticia... Tengo la sensación de estar
haciendo el canelo porque no llamo por Sinpletel, ni me apunto a Aló. Es más, soy tan de
la antigua observancia, que mi móvil es de Movistar, de Telefónica, vamos, y no de
Airtel, de Juan Abelló. Me regalaron uno de Amena y cada vez que lo uso me parece que le
estoy poniendo los cuernos a Villalonga, y tampoco es cosa, con lo que manda.
Lo que no me explico es cómo
Telefónica tiene tanto poder, con tantas deserciones de los que no hacen el canelo y se
pasan con armas y bagajes al libre mercado. Cuando más competencia hay es cuando dicen
que todo en España es ya de Telefónica. Antes todo en España era de los jesuitas.
Luego, todo fue del Opus Dei. Más tarde, de Ruiz Mateos. Hasta que pasó todo a ser de
Mario Conde. Ahora todo es de Telefónica. De momento. Porque como muchos dejemos de hacer
el canelo con nuestra fidelidad a Villalonga, en España será, sí, todo de Telefónica:
menos los teléfonos.