 |
Los Chirac y los Aznar, en Córdoba |
No sé dónde andará ahora El Chato Morales, pero donde quiera que esté
le mando desde aquí mis sentidas memorias. El Chato Morales era un atípico jefe superior
de Policía de Sevilla. Atípico como jefe superior pero tópico como policía. Hay quien
ejerce su oficio hasta durmiendo. Y El Chato creo yo que era policía hasta durmiendo. De
esos policías de la antigua escuela y usanza, que están en un bar tomando café contigo
y de golpe te dicen:
-- Perdona, pero ha pasado por ahí un tío
que creo yo que está en búsqueda y captura.
Y salen a la calle, y detienen al ratero,
llaman al 091 para que vengan a por él y luego siguen tranquilamente tomando café
contigo:
-- ¿Qué te estaba contando? Ah, sí, que
resulta que...
Me contó una vez El Chato Morales que
recibió de la Dirección General de Seguridad el encargo de una alta y delicada misión:
atender en la feria de Sevilla a la cúpula policial francesa de la que dependía en
aquellos entonces la lucha antiterrorista al otro lado de los Pirineos, que nos separaban
bastante de Francia a efectos de la ETA. El Chato, que es policía como de película de
Alex de Laiglesia, los atendió como se merecía la alta misión encomendada. Llevó a los
policías franceses a los toros, a la feria, a comer pescado frito... De jamón creo que
los puso hasta la mismísima corcha de la Torre Eiffel, y nada digo de lo a gustito de
manzanilla que los colocó. Regresaron a París los jefes de la Policía francesa
encantados de Sevilla y del Chato, y al poco tiempo, aquellos gabachos tan remisos en
coger etarras hacían caer a la cúpula enterita de Sokoa. Creo que fue uno de los mejores
tratos hechos nunca en la feria de Sevilla.
Me he acordado del Chato viendo a Chirac
pasear con Aznar por la Judería cordobesa y por la Alhambra granadina. Probablemente,
para todos los temas pendientes con Francia, Aznar ha aplicado la Técnica Chato Morales:
poner a Chirac lo más a gustito posible de jamón de Trevelez y de vino fino. Vienen, se
quedan encantados y cuando regresan a Francia se ponen a mandarnos etarras por un tubo. U
ordenan a los agricultores que dejen de quemar camiones de fresas de Lepe y de frutas
tempranas de Almería. Gloria bendita, por obra de Andalucía. Clinton vino, vio la puesta
de sol, y en cuantito llegó a Washington nombró a Javier Solana jefe de los municipales
de la OTAN. Seguro que Córdoba y Granada han sido mano de santo con Chirac. Después de
ver el atardecer en Granada o las claritas del día en la feria de Sevilla, no hay gabacho
ni gringo que se nos resista.
Por eso le doy una idea al presidente
Chaves. ¿No está vuecencia siempre buscándole las cosquillas al Gobierno central y
pidiendo por la boca de un fraile? Pues ahí hay materia. Los andaluces debemos exigir al
Gobierno de Madrid que nos pague, y con efectos retroactivos, el plus de atardeceres.
Andalucía pone siempre el marco incomparable a efectos de relaciones internacionales y
nunca saca nada por el alquiler. Pone el Coto de Doñana para que venga Tony Blair a
tomarse la copita de manzanilla, el Mirador de San Nicolás para Clinton, la Puerta de
Almodóvar para Chirac. Ya en su momento pusimos el Parador de la Arruzafa para que De
Gaulle escribiera sus memorias, pero entonces, como estábamos en una dictadura, no
podíamos pedir nada. Ahora sí, presidente Chaves: cobre en nombre de los andaluces el
Plus de Atardeceres para jefes de Estado y de gobierno extranjeros.
|