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El Mundo cumple diez años |
Como EL MUNDO cumple diez años, esto no es una tarta con velas. Aquí no
nos dedicamos al pasteleo. Esto es una consideración sobre unas ideas que mantenemos,
quizás equivocadas, pero firmes, en torno a la situación de la Prensa en Andalucía. Si
Andalucía existe como autonomía, como destino turístico, como imagen prestada a la
identidad de España, no existe como mercado único de Prensa. Lo supimos recién muerto
Franco, cuando unos locos que habíamos capeado el temporal de la dictadura en periódicos
de toda la vida (¿os acordáis, Antonio Checa, Ignacio Martínez?), intentamos la
aventura de un diario en democracia: Informaciones de Andalucía. ¿Se acuerdan ustedes de
Cagancho en Almagro? Pues algo así quedó Informaciones en Andalucía. Para Málaga, para
Granada, era un periódico que se editaba en Sevilla. Para Sevilla, era un periódico que
traía pocos tema locales, y que se ocupaba en exceso de las otras provincias. La red de
carreteras de entonces y las tecnologías de plomo y tejas de rotativa impedían además
que el diario estuviera a hora útil y simultáneamente en los quioscos de Ayamonte y de
Almería.
En Gerona, un diario editado en Barcelona
es un periódico catalán. Pero en Jaén, un diario editado en Sevilla es casi, casi
prensa extranjera. No es un azar la tradición de la alta venta que la prensa de Madrid
tuvo siempre en Córdoba. Antes se prefiere un periódico de Madrid a otro de Sevilla.
Pongo siempre el ejemplo de la provincia de Cádiz. Cómo será el localismo racial de la
prensa andaluza, que una familia que sabe tanto de periódicos como los Joly tiene que
editar tres cabeceras distintas para evitar el rechazo entre ciudades dentro de una misma
provincia: Diario de Cádiz, Diario de Jerez y Europa Sur en Algeciras. Y cuando quieren
encomiablemente conquistar Sevilla, tienen que sacar un diario con el nombre de la ciudad
en la cabecera.
Los grandes periódicos institucionales de
cada ciudad siguen siendo los mismos que había antes de la democracia, y han ejercido
hasta hace poco auténticas dictaduras. Suelo decir que hasta hace muy poco, Franco no se
ha muerto a efectos del panorama de la prensa andaluza. En Madrid, a la muerte del
dictador, se recompuso un nuevo equilibrio de fuerzas, se acabaron los monopolios de
mercado por parte de las cabeceras históricas: surgieron El País, Diario 16. Años más
tarde, EL MUNDO vino a su vez a reequilibrar las posiciones en el mercado, cuyo reparto de
cuotas se hizo más diverso. En una palabra, más libre. En Andalucía, Franco no ha
muerto a efectos de la nueva relación de fuerzas en la prensa hasta este verano, cuando
unos sesudos varones se reunieron para ver qué había que hacer para cargarse una
cabecera histórica y monopolística, diseñaron un plan y lo cumplieron punto por punto.
A tomar por saco el monopolio del mercado. Ya nadie es dueño absoluto y tirano del
mercado y, lo que es más importante, de los chantajes informativos y editoriales ante el
poder. Y otras grandes cabeceras locales, Ideal, Sur, se han renovado y sirven a la
pluralidad. (Sigue, eso sí, la Prensa del Movimiento, ahora Prensa de Zarrías.)
Como socio fundador, articulista de EL
MUNDO antes de que existiera EL MUNDO DE ANDALUCÍA, sé que aquí la apuesta de futuro
fue siempre por ese nuevo equilibrio de libertades y pluralidad en la prensa andaluza, que
han terminado imponiendo las inderogables leyes del mercado. A diez años de aquella
ilusión, conforta pensar que por fin Franco ha muerto a efectos de los dictatoriales
monopolios de prensa en Andalucía.
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