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La Custodia de Arfe, en el Corpus de Sevilla de
1999 |
A ver si nos aclaramos, despacito y buena letra, que esto no hay quien lo
entienda. Así que resulta que el bueno de Fernando Marmolejo el platero saca del baúl de
los recuerdos de la Escuela de Artes y Oficios una placa de 1935. Placa en metales nobles
que los entonces alumnos de Artes y Oficios labraron en honor del orfebre Juan de Arfe, de
cuyo nacimiento se celebraba el IV centenario por aquellas calendas republicanas. La placa
se iba a poner, dicen, en la Plaza del Cabildo. Bueno, en 1935 no existía la Plaza del
Cabildo. Quieren decir que la iban a poner en el Colegio de San Miguel, donde eran
escolanos los seises y donde Arfe Villafañe labró la maravilla de la Custodia que tiene
Dios para echarse a Cuerpo a la calle en Sevilla en cuanto llegan las primeras calores. Y
sostiene Marmolejo, como Pereira, que la placa a Arfe no la pusieron por las
circunstancias políticas de la época. Me extraña.
En 1935 todavía no había un gobierno del
Frente Popular en la República. En 1935 presidía Lerroux un Gobierno donde la CEDA
tenía cinco carteras, con Gil Robles en la de Guerra. La CEDA, la Confederación
Española de Derechas Autónomas. Y si vemos, por un lado, que Lerroux vino al Rocío como
presidente del Gobierno y que la CEDA era más de derechas que el confesionario del Padre
Patero, no me explico que el recuerdo a Arfe no se pusiera precisamente por circunstancias
políticas. Porque si los democristianos estaban en el poder en Madrid, en Sevilla era
alcalde don Isacio Contreras, comerciante, republicano burgués, cofrade de la
Carretería.
Menos me explico que Marmolejo vaya con
esta historia republicana de Arfe a un alcalde que se dice de izquierdas y socialista, y
el alcalde esté tan encantado con este abierto revanchismo contra la que en su día fue
la legitimidad democrática española. Vamos a deshacer el entuerto de aquellos rojos,
dice el alcalde, y a poner a Arfe en su sitio. Lo cual me parecería espléndido si ese
mismo alcalde, antes, no hubiera provocado que la Asociación de Abogados Progresistas de
Andalucía se haya tenido que ir a Alcolea del Río, ante la reiterada negativa del
Ayuntamiento hispalense (y nunca mejor dicho lo de hispalense) a que descansen para
siempre en esta su tierra, como era su deseo, los restos mortales de don Diego Martínez
Barrio, un sevillano que con honradez sirvió a aquella República que dice el platero no
dejó poner la placa a Arfe que colocará el alcalde socialista del sector capillita.
Por las mismas circunstancias históricas
que dice el platero con respecto a Arfe, pero en este caso de verdad y como historia
probada, Martínez Barrio murió lejos de su tierra, en el exilio de París. Ministro de
Comunicaciones, presidente de las Cortes, presidente interino de la República, fue antes
que nada un auténtico sevillano que amó a su ciudad en todo momento. Un político
conciliador que hasta el último momento intentó en vano finalizar anticipadamente la
guerra civil con un acuerdo entre los contendientes y que, perdida la contienda, siguió
sirviendo a sus ideas hasta su muerte en el exilio. Don Diego, ay, no era del PSOE ni del
PCE. Era, como don Isacio, un liberal burgués, que fundó Unión Republicana. Como quiera
que sus restos no pueden ser capitalizados por la izquierda actualmente en el poder,
tienen que hallar tierra sevillana en Alcolea del Río. La autoproclamada izquierda,
mientras tanto, capitaliza el capilliteo. Arfe es más rentable que Don Diego. Arfe sí
era de los nuestros. |