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Rafael Alberti |
Tirititrán, tran, tran viene cantando el motor de una barca en La Caleta,
donde se ha vuelto triste la alegría, en plata funeral de las mojarras. Desde las viejas
piedras del castillo una antigua tristeza nubla a Cádiz y la pone romana en lacrimales,
fenicia de sarcófagos de piedra, tan griega y tan cubana al mismo tiempo, que parece que
acaba de fundarla el Hércules segundo que inventara canciones de pobreza y marineros,
almirantazgos del estrellerío, arcángeles de sal de los esteros, con gaviotas que vienen
desde Roma, pinturas del color del sol poniente, aquel que siempre Cádiz le llamaba a
toda perfección, a toda dicha.
Me ha dicho una gaviota que viene por
los esteros: lloran los huertos de Rota, se ha muerto su marinero. Llorando están las
salinas, La Isla y Puerto Real, que ya no está su poeta a la orillita del mar.
Niña, qué gaditano es tu poeta, más que las mojarritas de la Caleta.
Desde El Puerto navega la bahía el vapor
con marea a media asta, y en andanas de sueños las bodegas hacen mosto de octubre el
viejo verso. Una cierta orfandad trasmina ahora como el olor del yodo de las algas el
cierro, el mirador, los callejones, las torres levantadas solamente para saber que Cuba se
ha perdido y que el vapor que viene de La Habana trae un mapa de España hecho de viento.
A Cai no le llaman Cai, que le llaman
Rafael, el que le mandaba versos en un vapor de papel. La capital de la gloria que
Andalucía se llama eras, Cai, para el poeta cuando más lejos estabas. Y en las Puertas
de Tierra dice el levante que ahora aquel marinero ya es almirante, ya es almirante,
niña, de una barquilla que el nombre de su Cai lleva en la quilla...
El mar, la mar, los mares... La bahía y la
ciudad entera que inventara como un sueño de amante de alhelíes en las nubes de octubre
certifican que el novio marinero ya no escribe cartas de amor de mapas e internados. Acabo
de llegar desde la plaza, Tosantos del clavel y de la espada, y un nombre, Libertad, en
esta esquina escrito sobre piedras ostioneras me dice en una copla de tristeza,
tirititrán, tran, tran de las barquillas, que hoy Cádiz está triste: se le ha muerto un
novio marinero que tenía, pues sabe que sus en sueños los amantes inventan siempre a la
mujer que quieren.
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