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Restos de la plaza
de toros Monumental de Sevilla |
Todos los
aficionados lo recuerdan. Toreaba un día José Gómez Ortega
en la Monumental de Sevilla. Era la plaza hecha a su medida
por el empresario Lissén. Las dos Españas eran taurinamente
Joselito y Belmonte. Juan tenía el monopolio de la
Maestranza, el mimo de su empresario. José, siendo José, era
ninguneado en su propia tierra. ¿Solución? Hagamos una plaza
tal que los siglos venideros se proclamen gallistas. Así fue
como Joselito rompió el monopolio maestrante. Hizo igual que
El Cordobés luego con la portátil "La Guerrillera",
pero con hormigón. Y en aquella plaza a la medida de los
gallistas para escarnio de belmontistas, una tarde tuvo
Joselito un triunfo sonado. Gregorio Corrochano lo contó en
una de sus crónicas, de las de texto ya olvidado pero con
título de mármol para la eternidad, como "Es de Ronda y
se llama Cayetano". Corrochano inmortalizó aquella tarde
de la Monumental con un título redondo: "Joselito torea
en el patio de su casa".
Si Corrochano
volviera (aparte de que yo sería su mozo de espadas, qué
gran revistero era) y se dedicara a la crónica política en
vez de a la taurina, viendo el anuncio de Almunia sobre el
encabezamiento de las próximas listas socialistas por
Sevilla, pondría un título: "Felipe torea en el patio
de su casa". Nunca había toreado. Se fue a Madrid a
confirmar la alternativa (alternativa democrática, como se
decía en la transición), y tanto éxito tuvo que se quedó
para siempre en los carteles de Las Ventas. González como
cabecera de cartel en Sevilla, a sus años, tendrá algo de
Antoñete en la Goyesca de Antequera, de Romero en el
"Don Juan" de Távora. Gozo de los vencedores del
tiempo. Hablamos mucho de que, a sus años, Romero y Antoñete
siguen toreando, pero anda que González... Ahí lo tienen,
anunciado en Sevilla como un debutante. Viva estampa de una
novela de Manuel Halcón: tras haber corrido mucho mundo, el
señorito vuelve a su cortijo. La frase suele estar
equivocada, pues gana su silla el que se va de Sevilla. Gana
su silla en Madrid, que es donde importa.
González ganó
su silla en Madrid. Por eso mismo, por el prestigio del
centralismo, ganó los partidos en su tierra como el Sevilla
F.C. de Helenio Herrera: sin bajarse del autobús, yendo en
helicóptero a comer croquetas a casa de su hermana Lola. No
le hacía falta volver a Sevilla ni a la foto de la tortilla,
que era la rima tópica en plan manzanilla y mantilla. El
triunfo lo tenía asegurado como cabeza de lista en Madrid.
Los tiempos pasan, otros son los clamores de antaño. Joselito
ya no puede cortar orejas en Las Ventas, y por eso tiene que
venir a torear al patio de su casa. Hombre, alguna ventajilla
ha de tener estar en figura hace más de veinte años. Y más
ahora, que se ha librado de la corná de un toro de Garzón.
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