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Rafael Vera, con
Barrionuevo |
Ni Carmen
Cervera cuando enganchó al barón Thyssen. Ni María
Asunción Mateo, que te veo, cuando se enroló en la
albertiana tripulación de los marineros en tierra, tierra del
cortijo de los derechos de autor. Ni Antonio David Flores
cuando colgó el tricornio por el matrimonio con Rocío
Carrasco. Ni Iñaki Urdangarín, cuando gracias a la pelotita
de balonmano, y lo que no es la pelotita de balonmano, entró
a formar parte de la Real Familia. Y no sigo, que por mucho
que repase la historia general y universal del braguetazo,
ninguno tan productivo como el de Rafael Vera cuando
matrimonió con la hija de ese ferretero que es un Midas de
las puntillas y las alcayatas gitanas, qué fortuna más
grande amasó, Dios mío de mi alma, vendiendo tornillos y
tuercas, cáncamos y cerraduras.
Le están
tocando los costados a Rafael Vera, cuando teníamos que
organizarle un homenaje nacional: qué braguetazo, hijo...
Envidia cochina es lo que hay, que no todos tenemos un suegro
con esos caudales, y encima con esa generosidad, de dejar que
el yerno use a su antojo todo cuanto está a su nombre. La
suerte no es lo que su apellido indica a Enrique Esquiva el
ferretero. Hombre además tan desprendido que no es de los que
dicen a sus hijos: "El día de mañana, todo esto será
tuyo". El ferretero, no; para las hijas del ferretero el
día de mañana comenzó hace muchos años, en el uso y
disfrute de "Villa Tornillos".
Porque no sé
qué nombre tendrá puesto oficialmente el chalé de
Torrelodones (¡premio!), pero igual que el de Isabel Preysler
y Boyer, con sus 16 cuartos de baño, fue "Villa Meona"
para el ingenio popular, esta mansión construida gracias al
próspero negocio de la ferretería ha de ser "Villa
Tornillos" para la musa colectiva. No llega a tener
calefacción en la caseta del perro, como la casa morada (y
oro) del matrimonio Boyer- Preysler, pero por ahí, por ahí
le anda. El marcador de cuartos de baño, que es como el Ibex
35 del pelotazo, arroja de momento el siguiente resultado:
Boyer, 16; Vera, 7. Marcador que tiene mucho mérito para
Vera. No tiene el mismo valor un cuarto de baño para la
Preysler, que trabaja en Porcelanosa, que para Vera, cuyo
suegro en cuestiones de cuartos de baño se queda el hombre en
la venta al por mayor y detall de cadenas para la cisterna,
grifos para el bidé y rollos de papel Colhogar.
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