Isabel
Tocino anuncia que las dos Españas serán ahora las de
las dos bolsas de basura, y me aterra. Suelo ir a Zurich,
a visitar a mi hijo. Y nada más llegar al aeropuerto, se
me plantea la duda metódica de la basura. En Suiza, las
papeleras tienen dos compartimentos: uno para los papeles
y otro para las basuras orgánicas. Cuando hago en el
aeropuerto la cola de los pasaportes, saco mi bolsita de
pañolitos de papel que compré al parado del semáforo de
la esquina, tomo uno, me sueno, y cuando voy a echarlo a
la basura me viene la duda irresoluble de español de la
cultura del desperdicio, que está uno buscando un
cenicero en un bar para echar la colilla y le dice el
camarero:"¡Tírelo usted al suelo!"
Como no es cosa de tirar nada al suelo, de lo
reluciente que está Suiza, me dirijo cívicamente a una
papelera, qué ordenancismo, con sus dos compartimentos,
el de basuras orgánicas y el de basuras inorgánicas.
Hamlet con la calavera es nada al lado de Burgos con el clínex
de los mocosen la mano, junto a la papelera. Me pongo en estas
cívicas y ecologías cavilaciones:
--- Esto es un pañuelo de papel y tendría que
echarlo donde los papeles. Pero tiene, perdón, mis mocos,
que son orgánicos. ¿Cómo tiro un papel en la basura orgánica,
o un desecho orgánico en el papel?
¿Cómo resuelvo la duda? Guardándome el pañuelo
guarro de papel en el bolsillo. Porque cuando llego a casa
de mi hijo, demasiado trabajo tiene el pobre con
explicarme que la botella de cerveza ha de tirarse en el
cubo del vidrio, apartado de vidrio de color, no de vidrio
blanco. Y que los periódicos viejos hay que amontonarlos,
amarrarlos con una guita y depositarlos en el contenedor
de papel de la calle. No puede usarse para la basura la
bolsa de plástico del Continente o el Pryca de allí, hay
que comprarlas homologadas y con el escudo municipal.
Tirar el vidrio es un tormento para un daltónico: el de
color en un lado, el traslúcido en otro... Como además a
la puerta de la casa de mi hijo hay cuatro contenedores
distintos de basura para cada clase de desecho, y cada uno
con su llave, tampoco puedo hacer el cateto tirando mis
moqueros pañolitos en el primero que encuentre. Una vez
lo intenté y vi que hacía falta la llave.
Total, ¿saben cómo resuelvo la duda? Pues me voy
guardando en el bolsillo todos los pañuelos guarros de
papel, y al regresar al hotel, los pongo en una bolsa,
para tirarlos sin complejos en España, en el cubo de la
cocina de casa. Traigo siempre de Suiza dos bolsas en la
maleta: una con la ropa suciay otra con los pañuelos de papel usados. Pero
ahora, cuando vuelva, ay, ya no podré tirarlos al cubo de
la cocina.De momento serán dos cubos. Espero que Isabel
Tocino nos aclare antes a todos los españoles si un clínex
con mocos es papel usado o es basura orgánica.