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Manolito Pimentel,
con sus deberes para nota |
Los hay con
cara de niños, que por mucho que crezcan, engorden, hasta
envejezcan, sigue uno viendo en ellos al niño que fueron.
Verbigracia: a Santesmases y a Alvarez del Manzano parece que
los está viendo uno en una foto de grupo de colegio, en el
retrato colectivo de fin de curso. No sólo ocurre con los
señores. Con las señoras pasa igual. Cristina Almeida, por
ejemplo, sigue pareciendo una niña de un pueblo de
Extremadura que está interna en un colegio de monjas y que ha
salido protestona porque la castigan mucho sin salir los
domingos. Y nada digo de Manuel Pimentel. Igual que unos se
quedan en el estrato arqueológico de la niñez, otros se
afianzan en la etapa de zagalones, y así hasta que se mueran.
Parece que hubieran comprado el retrato de Dorian Grey en una
subasta de Durán o de Ansorena, porque mientras a los otros
se les pone el pelo blanco, les salen cuencas hidrográficas
de arrugas en la cara, ellos siguen eternamente muchachos, con
cara de BUP e islas adyacentes. Pimentel siempre da la
impresión de que se acaba de echar la primera novia, de que
ha terminado Bachillerato con sobresaliente y está estudiando
COU. Siempre dije que Pimentel era el chico de COU que tenía
el PP con pinta de empollón y de codos en cuestiones del
Libro Gordo de Petete del Paro, que se lo sabe para nota.
Pimentel era ese alumno aventajado que los antiguos maestros
nacionales enseñaban al inspector de Enseñanza Primaria
cuando llegaba a la escuela:
-- Manolito,
recítale aquí al señor inspector las cifras de disminución
del paro con respecto a 1982...
Y Manolito
Pimentel iba, y las recitaba divinamente en el telediario de
las 9 de la noche, y el inspector de la intención de voto
quedaba maravillado con lo bueno que era su maestro, don
Manuel Aznar, que había sacado este alumno tan aventajado. El
chico de COU del PP, que sucedió a otro niño, al Niño
Arenas cuando se fue a hacer un master en la calle Génova,
daba siempre esta impresión de que era el que le hacía los
deberes a Aznar, pero de los problemas matemáticos más
difíciles, que si el paro, que si el pleno empleo, que si las
relaciones con Cuevas, que si los pactos con los sindicatos.
Pero este niño
de COU del PP que siempre sacaba tan buenas notas, resulta que
no quiere el puñetero seguir estudiando, que quiere dedicarse
a los negocios, con el carrerón que llevaba. El niño de COU
ha hecho la raya en el agua de retirarse como Concha Piquer,
en pleno éxito, algo que nadie hace en esta España donde
estamos hartos de ver a viejas glorias arrastrando los pies
por la calle y creyéndose encima unos chavalotes. Lo siento
por el chico de COU, pero lo siento más todavía por su
maestro, por el profesor Aznar, que no sé a qué alumno
aventajado va a enseñar ahora cuando lleguen a clase los
inspectores electorales de los sindicatos.
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