Veo que a esta
campaña a la que nos han subido en marcha, como se bajaba uno
antes de los tranvías, se le han roto ya varios aparatos, lo
que otras veces no ocurría el final, hasta ese lunes de
resaca anticipado que es la jornada de reflexión, cuando los
que saben lo que va a pasar saben ya lo que va a pasar y los
que no se enteran siguen sin enterarse. O cuando acaban sus
discursos los más peligrosos de todos: los que se creen que
se han enterado de todo y resulta que no se han enterado de
nada.
Dura va la cosa,
porque hogaño ya se les han roto a todos los logómetros. El
logómetro es un aparato de campaña, como una pieza de
supervivencia del escaparate de la tienda del Comandante
Tapioca de las elecciones. El logómetro ayuda a muchos
candidatos a resistir en la campaña dando perfil plano
mientras sea menester. El logómetro, como pueden colegir, es
el aparato de medir las palabras. Utilísimo. Por ejemplo,
metes la palabra "mentira" en el logómetro, y por
el lado donde saca los productos ya dispuestos para ser
lanzado al mercado electoral, te dice automáticamente:
"Falta de verdad". Metes "imbécil" en el
logómetro, y te sale: "Nuestros adversarios
políticos". El logómetro es, pues, el aparato del
lenguaje políticamente correcto. Solía funcionar hasta el
mitin final, en que con la angustia de la orquesta del
"Titanic" se rompían los logómetros y esas bocas
empezaban a largar.
Algunos, como
González, tiene el logómetro averiado hace mucho tiempo.
González echó mano del logómetro, metió aquello de
"la misma mierda" y a partir de ahí, se jodió el
invento. Claro, que las averías del logómetro o la gente sin
abrocharse el logómetro en campaña sólo pueden ser
detectadas por otro aparato propio de estas fecha: el
cabreómetro. Suelen romperse los logómetros cuando los
cabreómetros, ora de los votantes, ora de los votados, se
ponen a echar humo y se les funden los plomos. A Almunia
mismo, creo yo que como le ha subido tanto la aguja del
cabreómetro tras su éxito como jefe de campaña de Paco
Frutos, se le ha roto el logómetro, y por eso andan todos
largando. Y quien me ha dicho que también tiene alto el
cabreómetro es el PP entero. El cabreómetro les ha dicho que
ya estaba bueno lo bueno de que hubieran puesto a España de
dulce y los candidatos siguieran en plan que no me quiero
entera, no me lo cuentes, vecina...