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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo, viernes 18 de febrero  del 2000


El logómetro y el cabreómetro

Veo que a esta campaña a la que nos han subido en marcha, como se bajaba uno antes de los tranvías, se le han roto ya varios aparatos, lo que otras veces no ocurría el final, hasta ese lunes de resaca anticipado que es la jornada de reflexión, cuando los que saben lo que va a pasar saben ya lo que va a pasar y los que no se enteran siguen sin enterarse. O cuando acaban sus discursos los más peligrosos de todos: los que se creen que se han enterado de todo y resulta que no se han enterado de nada.

Dura va la cosa, porque hogaño ya se les han roto a todos los logómetros. El logómetro es un aparato de campaña, como una pieza de supervivencia del escaparate de la tienda del Comandante Tapioca de las elecciones. El logómetro ayuda a muchos candidatos a resistir en la campaña dando perfil plano mientras sea menester. El logómetro, como pueden colegir, es el aparato de medir las palabras. Utilísimo. Por ejemplo, metes la palabra "mentira" en el logómetro, y por el lado donde saca los productos ya dispuestos para ser lanzado al mercado electoral, te dice automáticamente: "Falta de verdad". Metes "imbécil" en el logómetro, y te sale: "Nuestros adversarios políticos". El logómetro es, pues, el aparato del lenguaje políticamente correcto. Solía funcionar hasta el mitin final, en que con la angustia de la orquesta del "Titanic" se rompían los logómetros y esas bocas empezaban a largar.

Algunos, como González, tiene el logómetro averiado hace mucho tiempo. González echó mano del logómetro, metió aquello de "la misma mierda" y a partir de ahí, se jodió el invento. Claro, que las averías del logómetro o la gente sin abrocharse el logómetro en campaña sólo pueden ser detectadas por otro aparato propio de estas fecha: el cabreómetro. Suelen romperse los logómetros cuando los cabreómetros, ora de los votantes, ora de los votados, se ponen a echar humo y se les funden los plomos. A Almunia mismo, creo yo que como le ha subido tanto la aguja del cabreómetro tras su éxito como jefe de campaña de Paco Frutos, se le ha roto el logómetro, y por eso andan todos largando. Y quien me ha dicho que también tiene alto el cabreómetro es el PP entero. El cabreómetro les ha dicho que ya estaba bueno lo bueno de que hubieran puesto a España de dulce y los candidatos siguieran en plan que no me quiero entera, no me lo cuentes, vecina...


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