El
librero elevado al límite de sus incapacidades dijo que iban
a dejar a España que no la iba a conocer ni etcétera. Se ha
salido con la suya. España, de momento, a los diez años de
los cafelitos de su hermano, le ha dado la mayoría absoluta a
los que no tenían (electoralmente hablando) ni para café. Ni
a los votantes ni a los votados los conoce ni la madre que
etcétera. Me quedé de piedra cuando Aznar citó a Luis
Cernuda. Muy fino. Otro cualquiera en su caso hubiera dicho
que España los ha mandado a tomar por saco. Hombre de
cernudianas lecturas, dijo que los ha puesto donde habita el
olvido. Y, de paso, puso también donde habita el olvido a
Antonio Machado. Ya era hora.
Como
sevillano me parece muy bien que sea siempre un paisano el
poeta oficial de España. Con la dictadura, el poeta oficial
era Rafael de León, que sufrió el pobrecito mío el estigma
de coplero del franquismo, con lo gran sonetista que era, y su
memoria no fue rescatada hasta que tenía sobre la tumba
cuatro palmos de jaramagos, que es lo que suele hacer la cruel
España. Llegada la democracia, el poeta oficial de España
siguió siendo sevillano: el hermano de Manuel Machado, en
términos crueles de Borges. No sé si Machado o Serrat, eso
habrá que estudiarlo un día. Creo que los que citaban tanto
a Machado no habían leído ni una sola línea de "Los
complementarios", aunque se conocían la cara A y la cara
B, qué cara, de Machado cantado por Serrat. Según el
Zaragozano lírico, aquí hemos tenido, pues, 40 años de
Rafael de León y 25 años de Antonio Machado. Ahora empiezan
los años de Luis Cernuda, que me encanta que la derecha
reivindique a un poeta civilmente tan impecable, republicano
burgués, de los que se exiliaron, como Chaves Nogales, de
ambos bandos contendientes de la guerra civil. Lo que son las
cosas. La autotitulada izquierda nunca hubiera citado a los
grandes poetas que fueron, ideologías aparte, Foxá (nuestro
mejor modernista), Rosales, Pemán. La derecha es más liberal
y generosa. Aznar podía haber roto en albertiano, pero como
María Asunción Mateos le iba a cobrar regalías, se ha
puesto cernudiano. Buena actitud la indolencia cernudiana. Al
fin y al cabo España es siempre ruiseñor sobre la piedra,
atardecer en la catedral, desolación de la quimera.
Me temo
que todos los que corren presurosos en socorro del vencedor
acaben con las existencias de "La realidad y el
deseo" en las librerías. Los oportunistas que citaban a
Machado porque era de los nuestros citarán ahora a Cernuda.
Espero que la sangre no llegue al río en los cernudianos
años que nos esperan, y que Raphael, por ejemplo, no se
atreva a musicar y cantar los poemas de "Las nubes".
Eso sí que sería terrible.