Como este Gobierno con mayoría absoluta y sin oposición ni relativa
siquiera quiere blindar el Estrecho, me he acordado de mi minipalacio de Doñana, un
apartamentito la mar de simpático junto a la mar del Coto, donde me voy en plan Aznar,
pero sin barcaza para cruzar el Guadalquivir por Bajo de Guía. Estábamos en El Corte
Inglés para encargar unas reformitas en mi minipalacio de Doñana, y el interesado,
libreta en mano con todo lo que había que cambiar, me dijo:
-- Podría usted también poner una puerta blindada como ésta.
La puerta blindada, la verdad, daba gloria verla. Era como la puerta santa
de Compostela, pero sin arzobispo ni año jubilar:
-- ¿Y cuánto cuesta esta puerta blindada?
-- Por ser para usted, 300.000 pesetas...
-- Vamos a dejarlo: ¿usted sabe la cantidad de televisores y vídeos que
me tienen que robar en el apartamento para amortizar lo que cuesta la puerta blindada? No
creo que en toda mi vida me roben los rateros de la playa chirimbolos electrónicos por
valor de 300.000 pesetas.
El Gobierno parece que ha ido de cliente a casa de Isidoro Alvarez, porque
ha encargado un blindaje del Estrecho que nos va a costar 25.000 millones de pesetas. Qué
barbaridad. 25.000 millones de pesetas para que no lleguen las pateras de la muerte a las
playas de Tarifa. Y digo yo: en vez de gastarse 25.000 millones, ¿no sería mejor poner
una industria en Marruecos con ese dinero, y así los pobres moros no pasarían fatiguitas
y no se tendrían que meter en los ataúdes flotantes y naufragantes de las pateras? A
como están los salarios y a cómo está el nivel de vida en Marruecos, ¿cuántos
marroquíes y durante cuánto tiempo comen ellos y sus familias con 25.000 millones de
pesetas? Puede pasar con el Estrecho y el gobierno del PP como con el gobierno socialista
y la levantisca población roja de Marinaleda. Tanto se gastaba el gobierno felipista en
Marinaleda para lograr la paz social, que un señor de Sevilla dijo:
-- Con todo lo que se ha gastado el gobierno en Marinaleda le podían
haber comprado un piso en Los Remedios a cada jornalero de Marinaleda y se acababa el
problema.
Con esos 25.000 millones de pesetas le podían poner a cada marroquí que
ahora quiere cruzar el Estrecho una tienda de los veinte duros en Tánger, un chiringito
en la playa de Arcila, un bakalito junto al hotel lujoso de Marrakech y de Carmina
Ordóñez. Esto del blindaje del Estrecho es como la Feria de Jerez de Pemán.
Aznar se va a gastar diez duros en vino y almejas blindando una cosa que no vale tres.