Somos especialistas en hacer el canelo. Ahora somos también jugador número 12 en forma de pista de San Pablo para el "Concorde" de la British Airguay del Paraguay. Los vecinos de Pino Montano dirán: "¿Y por qué no hacen los ingleses con todas sus castas las pruebas en el aeropuerto de Gibraltar y nos dejan tranquilos?" El "Concorde" me hace pensar en Tablada. El viejo aeródromo militar fue el Cabo Kennedy de la aeronáutica española: el "Jesús del Gran Poder", Barberán y Collar, Jiménez e Iglesias... Los ingleses del "Concorde", que tienen su museo de la RAF, contemplarán estupefactos cómo vamos a destruir en aras del pelotazo una reliquia histórica de la Aviación, donde precisamente ellos rodaron las escenas de caza y bombardeo de "La batalla de Inglaterra". ¿Se ha pensado en un Museo de la Aviación Andaluza en los hermosos edificios de Tablada? Aunque para un incivil Ministerio de Defensa que disolvió el histórico Regimiento Soria 9 y entrega San Pablo a los ingleses de Gibraltar pensar esto tiene que ser chino.

Tomo del anaquel de los libros queridos un título de Rafael Montesinos: "La verdad y otra dudas". Con ese libro como aguja de marear Sevilla ante tanto mareo de la perdiz de la carrera oficial, me pregunto: "¿De verdad es Sevilla una ciudad tan tradicional y defensora de sus ritos como se acepta por verdad, o hay que dudarlo?" Alguien me dijo ayer mismo: "Guarde bien sus recuerdos de las cofradías entrando a la Catedral por la Puertasanmiguel, porque es una estampa que, como el Ignacio de Federico, nunca se volverá a repetir". Nadie ha protestado porque unos andamios sean más valorados que unos pasos que llevan a Cristo y a su Madre. Todos encantados. A carrera oficial ampliada, ganancia de pescadores de ríos revueltos y de Ríos Ramos (don Antonio). Ahora meten mano a La Campana y no protesta nadie. Le pegaron el cambiazo al Giraldillo y pusieron una bacalá dorada y nadie protestó. Caminos todos de la duda que nos pueden llevar a la verdad de que Sevilla no es quizá una ciudad tan tradicional como creemos.

En esta Sevilla donde nos gusta un tambor más que a un niño un carrito, la Banda del Sol nos escribe para decirnos que ya no la dirige su fundador Eusebio Alvarez-Ossorio Rojas-Marcos, ¡marchando dos de apellidos de doble ancho! Ahora la batuta la tienen Pedro Jiménez Doberganes y Manuel Esteban Martínez. Que suenen clarines de Maestranza en honor de don Eusebio, por las cuatro caras de la Giralda con el Giraldillo impostor, Oscar del Hollywood del Cabildo. En esta Sevilla de tradiciones de ayer por la mañana y protagonismos de la foto en el Vía Crucis de las Cofradías (mientras se olvida el del Marqués de Tarifa), la Banda del Sol se ha hartó de restaurar tradiciones. Apunten: las Lágrimas de San Pedro, los Gozos de la Inmaculada en El Silencio, los Gozos de San Teodomiro en Carmona, el Bando del Corpus. Muchas veces lo consiguieron frente a la pereza y el horterismo ambientes. Que se lo pregunten a Paco Acedo, el fundador del Escuadrón del Porvenir, que vaya cruz que tiene con sus clarines de cruz de guía...

La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla es cada vez más de Sevilla. La Real Orquesta de la Sevilla Real. No suenan los pitos de su sevillanismo por casualidad. Tiene de gerente a quien tocó en Los Pitos del Silencio: Francisco José Senra Lazo. Nadie ha dicho hasta ahora que los pitos del Silencio son plaza del Arenal pura con túnica de la Primitiva Cofradía de los Nazarenos de Sevilla. Pitos y Silencio suena a crónica de Enrique Vila leída por Rafael Santisteban... Que suenen los pitos del riá, pitá, porque a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla no se le han caído los anillos de los nibelungos por grabar su disco de primavera, cultísimos cantores de Híspalis. "Suspiros de España" se llama el disco. Pasodobles nuestros de toda la vida, coplas de Juana y de Paquita, sevillanas de Leal de Camas, ay, Mari Cruz, qué maravilla de música nuestra para que suene en la cruz de mayo sevillana, cruz de mayo que en mi patio levantó Font de Anta el de "Amargura". Pastillas de jabón a real. A Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.

En aquel tiempo de viejas friendo huevos y de hombres pisándoselos, el enfermo Montesierín 21 DIN, aquejado de una fuerte adicción a la fotografía y de un irrefrenable deseo de salir en los periódicos, se acercó a la doctora Becerril, que con su enorme poder curativo le impuso las manos y le impuso la casulla de San Ildefonso esquina a Caballerizas. Lo auscultó. Miró a modo de radiografías las 345.987 fotografías del enfermo de notoriedad que habían salido en una semana de hispalenses gacetas. Guardó silencio. Temiéndose lo peor, el enfermo preguntó a la doctora: "¿Lo que tengo es grave?" "Es de pronóstico reservado --contestó la galena--. Tiene usted un nuevo tipo de fiebre. Estaban las fiebres de Malta, las cuartanas, la fiebre del heno, la palúdica, la tifoidea y ahora, su fiebre de usted..." "¿Qué fiebre es, doctora?" "La fiebre velazqueña: tiene usted un ataque agudo de fiebre velazqueña". Y le recetó que le hicieran 3.255 fotos. Fue al gabinete de prensa más cercano y se las hicieron por el seguro. Seguro.