El día lo hubo, aunque no
            sabría decir cuándo. Quiero decir que hubo un día en que Javier Arenas se acostó
            siendo El Niño Arenas y se despertó siendo "hombre, don Javier". Si no sé el
            cuándo de ese cambio, si sé perfectamente por el contrario el dónde del por qué de ese
            por qué. Se llama Madrid. Pío Baroja decía aquello que cita Vaz de Soto: "Si
            quieres ser escritor, vete a Madrid y ponte en cola." Del mismo modo, si eres
            sevillano, si tus paisanos te llaman El Niño Arenas y quieres dejar de ser Javierito
            Arenas para empezar a ser, hombre, don Javier, vete a Madrid. Que es lo que hizo o lo que
            le hicieron hacer. El antiguo Niño Sevillano cogió su Cuadrilla del Arte de Amalia
            Gómez, de Manuel Pimentel, de Ricardo Tarno, y se fue a Madrid. A confirmar la
            alternativa. Cuando generosamente presentaba, en Madrid por más señas, mi Reloj, no marques las horas, en las
            palabras de Javier Arenas encontré eso que muchos andaluces que sentimos nuestra tierra
            pensamos por dentro cuando ocurren estas cosas:
            -- ¿Por qué seremos los
            sevillanos de esta forma, que le concedemos tanto prestigio a cuanto ocurre en Madrid
            mientras despreciamos lo nuestro? ¿Por qué siempre tienen que existir "Los
            sevillanos en Madrid" como en tiempos de José María del Rey Caballero
            "Selipe", cuando no había autonomía?
            Arenas, que quedó en su
            intento de llegar a alcalde de Sevilla aproximadamente como Cagancho en Almagro ( 3.000
            votos), hubiera quedado siempre como El Niño Arenas de no haberse ido a Madrid. Lo de
            ministro de Trabajo de antes es lo de menos. Lo de secretario general del PP de ahora es
            lo de menos. Lo de más es Madrid. No es la gran calle de Alcalá la que reluce cuando
            suben y bajan los andaluces, como dice el cante por caracoles. Es la gran calle Sierpes la
            que reluce cuando suben y bajan los sevillanos por la calle de Alcalá, con la falda
            almidoná como la muleta planchada de Curro y con los nardos del paso de la Virgen de los
            Reyes apoyados en la cadera. Yéndose a Madrid, Arenas se libró del que he llamado el
            desprestigio de la cercanía de Sevilla. Los sevillanos nos valoramos tan poco, que
            despreciamos a cuantos tenemos próximos:
            -- ¿Javierito Arenas? Hombre,
            pero si yo tomo café con él todos los días...
            Ea, se acabó tomar café con
            Javierito, con el Niño Arenas. A don Javier le han puesto un despacho en Madrid, me han
            dicho que has puesto en Madrid un despacho de mucho postín, aunque haya pasado del
            "Arenas. colócanos a tós" al "Arenas, ponnos en las listas a tós".
            Poco importa, desde la perspectiva sevillana, que a don Javier me lo traigan en el juego
            de la oca del PP de la responsabilidad electoral en Madrid al levantamiento de pesas del
            partido en Andalucía, del Ministerio de Trabajo a la secretaría general de la calle
            Génova. Esos matices se captan allí. Aquí, el ya más que excelentísimo don Javier
            Arenas Bocanegra sabe que los mismos que lo despreciaban porque tomaban café con él
            cerca de la calle Rioja son los mismos que exclaman boquiabiertos:
            -- No veas, lo importante que
            es Javier Arenas en Madrid...
            Y lo es. No hay grandes cruces
            de Carlos III suficientes para agradecerle los servicios prestados al conseguir que el
            Ministerio de Trabajo deje de ser el Ministerio del Paro, como en tiempos de otros
            andaluces en esa cartera cuando el gobierno felipista, como Chaves o Griñán. No menores
            que los méritos hacer la reconversión industrial del PP en Andalucía, aquel partido de
            ex-concejales franquistas de los pueblos que se encontró cuando la refundación de 1990
            en la Fibes y transformó en el sueño que nunca pudo lograr la UCD ni cuando la inicial
            ola favorable del "habla, pueblo, habla": tener las alcaldías de las ocho
            capitales andaluzas, entre ellas la de la Sevilla de Felipe González, del despacho de la
            calle Capitán Vigueras, de la foto de la tortilla y del mito (falso) del hijo del vaquero
            de la Finojosa de Bellavista. Lo siento por Benjumea. Ahora "don Javier" en
            Sevilla es ya Arenas. 
                      
            --------Puntas del Diamante-------
            DE YERNOS Y SUEGROS.-
            ¿Quieren una medida generacional de Sevilla? Arenas. Para una generación de sevillanos,
            sigue siendo el yerno de don Manuel Olivencia. Para la siguiente generación es al revés:
            Olivencia es un señor que fue algo de la Expo, pero no me preguntes, porque no lo sé
            bien, cuyo título más importante es el de suegro de Arenas. ¿Catedrático? Sí, creo
            que es catedrático. ¿Pero ser suegro de Arenas no es más que catedrático?
            RONDA Y OLVERA.-
            Hablando de Olivencia, entre serranos anda el juego. Don Manuel tiene un humor de retranca
            de la sierra de Ronda que es una maravilla de cultura y refinamiento. La gente desconoce,
            empero, que Arenas tiene la guasa serrano-gaditana de Olvera. Esa sonrisita chirigotera
            suya, obsérvenla, es como de uno de Olvera que ha llevado una comparsa al Falla y resulta
            que ha pegado el pelotazo.
            MACARENA.- Si la mujer
            de Cascos se llama Gema, faltan cajas fuertes de la Joyería Ruiz y escaparates de Reyes,
            de Ignacio y de Shaw para encontrar un nombre adecuado a esta piedra preciosa. Aunque
            suene cursi, ella se ruborice y su padre le gaste retrancas rondeñas, Macarena sí que es
            una gema, que además rima. Gracias a Gema, Cascos se dedica a hacer el ridículo. Gracias
            a esta otra gema, Arenas está siempre donde tiene que estar y como tiene que estar. No se
            olvide que detrás de todo hombre importante hay una mujer... perpleja.
            EL BETUNERO.-
            Hombre de zapatos limpios y de curriculum inmaculado, que paga religiosamente el Ave de
            Macarena a Madrid de su bolsillo, nunca a nadie le hicieron una jangá con un betunero
            como a Arenas con el limpiabotas del Palace. Los máximos autores de la jangá no fueron
            los de la revista de tías en cueros que lo sorprendieron en su buena fe, le dijeron que
            la foto era par Marca, par marca...chondeo y luego se la publicaron. Pero como
            Arenas no había pasado por las horcas caudinas de dos hermanos trincones, la reprodujeron
            a bombo y platillo en un papel grapado que en vez de tías en cueros trae muchos anuncios
            de casas de masajes, ellos que se cogen la moral cristiana con papel de fumar.
             
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