LAS
buganvillas no están en campaña electoral. Pero
dan su discurso. El mejor que habrá de oírse en
este mayo de urnas. El Discurso de la Verdad. De
la Belleza. Discurso del color más profundo y
hondo de Sevilla, carmesí de pendón de San
Fernando, fucsia de capote, morado de canónigos en
procesión por últimas naves, nazareno de túnica de
un Señor con la cruz a cuestas.
Cada año las
buganvillas nos dan la suprema lección de su
humildad. Son como las hermanas de la Cruz de
entre las flores. Las más calladas y humildes. Las
menos pregonadas. Algún día descubrirán un secreto
aparato, de teósofo de la revista «Grecia», de
nigromancias de Villalón, para poder escuchar el
lenguaje sevillano de las flores. Sus diálogos.
Las flores hablan. Lo que pasa es que no podemos
escucharlas. Tenía que haber una traducción
simultánea para su lenguaje.
Un poeta popular de
Sevilla, Paco Herrera, el que moría por Curro
Romero, el de la taberna de arte y de gracia
frente a los Jardines de la Caridad, fue el único
que tuvo en Sevilla un mágico sonotone para
escuchar lo que las flores hablaban entre ellas. Y
hasta escribió un poema con la transcripción de su
lírica escucha. Como estaba frente al Jardín de la
Caridad y a los rosales de Mañara, Paco Herrera
espiaba a las flores. Era el detective privado que
la gracia de Sevilla les había puesto. Paco
Herrera apuntaba lo que las flores hablaban. Y
grabó una famosa cinta del Cesid que sacó en un
disco de vinilo que se vendía en la barra de El
Portón. Era la currista escucha poética del
lenguaje de las flores: «Doña Rosa, que la
llaman,/Amapola que pregunta/que si dentro del
jardín/están haciendo un vestío/para un torero de
Camas/y yo le he dicho que sí...»
Los poetas del Rocío
también dominan la alta tecnología lírica de
escuchar el lenguaje de las flores. Saben que
sueña la margarita con ser romero. Saben que todas
las flores, aunque tengan más colorío, envidian a
la que va en el sombrero de la Virgen del Rocío
acariciándole el pelo. Transcribieron el diálogo
del lirio peregrino con la azulenca flor del
romero, qué conversación de tonos malva de Juan
Ramón de ya están ahí las carretas. Yo ahora
quisiera tener esos instrumentos
de alta tecnología lírica popular que manejaban en
sus laboratorios de sueños Paco Herrera y Manolo
Pareja Obregón, y poder escuchar el discurso de
las buganvillas. Discurso como del Loco Amaro,
Como de Don Antonio, el betunero de La Gavidia, el
que daba el parte antes que Queipo de Llano,
personaje cervantino que inmortalizó Romero Murube.
Y si tuviera esa
gracia del cielo de saber escuchar el lenguaje de
las flores, podría hacerles la transcripción del
espionaje de las buganvillas, ofrecerles su
discurso, tomado al oído. Me iría, por ejemplo, a
las hermosas buganvillas de dos tonos, rojo y
violeta, monumentales, que rebosan belleza en Las
Delicias, chorreandito flores por fuera de las
tapias del palacio de San Telmo. Del San Telmo
vaciado, destruido, donde han dejado que se seque
la dalia que cuidaba Sevilla en el parque de los
Montpensier y donde toda tropelía contra el Arte y
la Historia ha sido cometida en nombre de no se
sabe qué, no se sabe cómo y no se sabe por qué.
Para llegar a esas buganvillas de la tapia salmón
de San Telmo, junto a las verjas con puntas de
lanza en forma de flores de lis de los Orleáns, me
he guiado con el GPS del amor a Sevilla que
Julio Domínguez Arjona me ha puesto en el
ordenador. Y he podido escuchar su discurso.
Decían:
«Sevillanos: gracias
por vuestra emoción con estos nuestros gritos de
color en la honda primavera, cuando empiezan a
venir las calores. No le tenemos envidia al
naranjo, cuya flor todos cantan barruntando
tambores y cornetas. Pero aprended de nosotras.
Miradnos aquí en San Telmo. En su suicida
entendimiento de Sevilla, se han cargado todo lo
de aquí dentro. Pero no han podido con nosotras.
Aquí os ofrecemos el espectáculo supremo de la
belleza de nuestros colores, en resistencia
lírica, chorreando belleza por las tapias. Haced
como nosotras, sevillanos: resistid. Por muchos
estragos que hagan, no podrán con Sevilla, como no
han podido con nosotras en San Telmo.» Ojalá los
sevillanos, oh humildes buganvillas de San Telmo,
supiéramos aprender y llevar a la práctica la
suprema lección de resistencia de vuestro discurso
de belleza.
FOTO DE LAS BUGANVILLAS DE SAN TELMO, POR
J.D.ARJONA
TEXTO COMPLETO DEL POEMA "A CURRO ROMERO" ("Doña
Rosa..."), DE PACO HERRERA LUQUE