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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El discurso de las buganvillas

LAS buganvillas no están en campaña electoral. Pero dan su discurso. El mejor que habrá de oírse en este mayo de urnas. El Discurso de la Verdad. De la Belleza. Discurso del color más profundo y hondo de Sevilla, carmesí de pendón de San Fernando, fucsia de capote, morado de canónigos en procesión por últimas naves, nazareno de túnica de un Señor con la cruz a cuestas.
Cada año las buganvillas nos dan la suprema lección de su humildad. Son como las hermanas de la Cruz de entre las flores. Las más calladas y humildes. Las menos pregonadas. Algún día descubrirán un secreto aparato, de teósofo de la revista «Grecia», de nigromancias de Villalón, para poder escuchar el lenguaje sevillano de las flores. Sus diálogos. Las flores hablan. Lo que pasa es que no podemos escucharlas. Tenía que haber una traducción simultánea para su lenguaje. Un poeta popular de Sevilla, Paco Herrera, el que moría por Curro Romero, el de la taberna de arte y de gracia frente a los Jardines de la Caridad, fue el único que tuvo en Sevilla un mágico sonotone para escuchar lo que las flores hablaban entre ellas. Y hasta escribió un poema con la transcripción de su lírica escucha. Como estaba frente al Jardín de la Caridad y a los rosales de Mañara, Paco Herrera espiaba a las flores. Era el detective privado que la gracia de Sevilla les había puesto. Paco Herrera apuntaba lo que las flores hablaban. Y grabó una famosa cinta del Cesid que sacó en un disco de vinilo que se vendía en la barra de El Portón. Era la currista escucha poética del lenguaje de las flores: «Doña Rosa, que la llaman,/Amapola que pregunta/que si dentro del jardín/están haciendo un vestío/para un torero de Camas/y yo le he dicho que sí...»
Los poetas del Rocío también dominan la alta tecnología lírica de escuchar el lenguaje de las flores. Saben que sueña la margarita con ser romero. Saben que todas las flores, aunque tengan más colorío, envidian a la que va en el sombrero de la Virgen del Rocío acariciándole el pelo. Transcribieron el diálogo del lirio peregrino con la azulenca flor del romero, qué conversación de tonos malva de Juan Ramón de ya están ahí las carretas. Yo ahora quisiera tener esos instrumentos de alta tecnología lírica popular que manejaban en sus laboratorios de sueños Paco Herrera y Manolo Pareja Obregón, y poder escuchar el discurso de las buganvillas. Discurso como del Loco Amaro, Como de Don Antonio, el betunero de La Gavidia, el que daba el parte antes que Queipo de Llano, personaje cervantino que inmortalizó Romero Murube.
Y si tuviera esa gracia del cielo de saber escuchar el lenguaje de las flores, podría hacerles la transcripción del espionaje de las buganvillas, ofrecerles su discurso, tomado al oído. Me iría, por ejemplo, a las hermosas buganvillas de dos tonos, rojo y violeta, monumentales, que rebosan belleza en Las Delicias, chorreandito flores por fuera de las tapias del palacio de San Telmo. Del San Telmo vaciado, destruido, donde han dejado que se seque la dalia que cuidaba Sevilla en el parque de los Montpensier y donde toda tropelía contra el Arte y la Historia ha sido cometida en nombre de no se sabe qué, no se sabe cómo y no se sabe por qué. Para llegar a esas buganvillas de la tapia salmón de San Telmo, junto a las verjas con puntas de lanza en forma de flores de lis de los Orleáns, me he guiado con el GPS del amor a Sevilla que Julio Domínguez Arjona me ha puesto en el ordenador. Y he podido escuchar su discurso. Decían:
«Sevillanos: gracias por vuestra emoción con estos nuestros gritos de color en la honda primavera, cuando empiezan a venir las calores. No le tenemos envidia al naranjo, cuya flor todos cantan barruntando tambores y cornetas. Pero aprended de nosotras. Miradnos aquí en San Telmo. En su suicida entendimiento de Sevilla, se han cargado todo lo de aquí dentro. Pero no han podido con nosotras. Aquí os ofrecemos el espectáculo supremo de la belleza de nuestros colores, en resistencia lírica, chorreando belleza por las tapias. Haced como nosotras, sevillanos: resistid. Por muchos estragos que hagan, no podrán con Sevilla, como no han podido con nosotras en San Telmo.» Ojalá los sevillanos, oh humildes buganvillas de San Telmo, supiéramos aprender y llevar a la práctica la suprema lección de resistencia de vuestro discurso de belleza.

FOTO DE LAS BUGANVILLAS DE SAN TELMO, POR J.D.ARJONA

TEXTO COMPLETO DEL POEMA "A CURRO ROMERO" ("Doña Rosa..."), DE PACO HERRERA LUQUE

 

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