JORNADA
de reflexión. Eso era antes. Ahora, tras el 13-M,
puede esperarse todo de la jornada de reflexión.
Desde la convocatoria de botellón contra el
alcalde Pepe Torres en Granada, a que le derriben
al letrado Pepe Torres en Sevilla su casa de la
calle San Fernando. Los teléfonos móviles pueden
ponerse a echar humo con los clásicos SMS de la
jornada de reflexión. Siguiendo la tradicional
costumbre de los mensajitos y las movilizaciones
en esta otrora sagrada jornada, si yo supiera
escribir mensajes con las lentejitas del teclado
del teléfono móvil, me pondría a lanzar mis
mensajes, en la tónica (sué) del «España no se
merece un Gobierno que le mienta»:
«Sevilla no se
merece un Ayuntamiento que tire el dinero para
llenarla de disparates».
«Sevilla no se
merece que mangonee el Ayuntamiento un comunista
con pipa que apenas sacó 15.000 votos mal
contados».
«Sevilla no se
merece que hagan con ella tantas perrerías y que
conviertan la Alameda de Hércules en Marina Dor.»
Y como compendio y
moraleja de estos mensajes, lanzaría uno que
dijese:
«Recuperemos las
fábricas de gaseosas, para que se harten de hacer
con ellas los experimentos».
Es lo que colijo de
lo que denuncia Don Villar, que ha sido el
verdadero vencedor de la campaña electoral, el que
ha estado berrendo en Sarkozy, llamando a las
cosas por su nombre, sin avergonzarse de ser lo
que fuimos, dando leña, sin meterse en la
pastelería como Rajoy. Rajoy vino al Prado a dar
un mitin y dio el mitin. No se enteraron ni sus
incondicionales votantes y se hartó de repartir
merengues edulcorados, con la que está cayendo en
España, en Sevilla y en la Humanidad, y con unos
señores que están haciendo un Estado de Diseño y
un Ayuntamiento de Diseño en una Sevilla de
Diseño, a conveniencia de su permanencia en el
poder. Don Villar, que domina el lenguaje popular
como nadie, dice que el alcalde está como una
regaera. En los últimos meses el Ayuntamiento ha
sido la Murga Regaera, dando tumbos y tirando el
dinero. De ahí lo de la Alameda: homenaje Marina
Dor a Regaera y su murga, a cargo de los
murguistas cual regaera.
Y todo por culpa del
cierre de las fábricas de gaseosas. Como no hay
gaseosas para hacer los experimentos, los realizan
en la carne viva de esta vieja dama, Sevilla.
Viendo la Alameda (ay, Alameda) convertida en
Marina Dor, Porcelanosa total, en el sevillanísimo
Estilo Lladró que se han inventado, sentado en un
banco Ikea de la Plaza Nueva hay que considerar la
máxima de Eugenio d´Ors en la anécdota de la
botella de champán francés carísimo desperdiciada
por culpa de la inexperiencia de quien la
descorchaba:
-Los experimentos,
con gaseosa...
En Sevilla antes no
se cometían estas tropelías porque había muchas
fábricas de gaseosas para hacer los experimentos.
Usted quizá ha conocido en la calle Oriente la
fábrica de La Casera, donde hacían las gaseosas de
los experimentos a la vista del público, tras las
cristaleras. En Triana estaba la fábrica de
Gaseosas El Cachorro, tela clásica. En la Ronda de
Capuchinos, el edificio historicista de La Unión
Industrial y Comercial, que era como la estación
de la Plaza de Armas, pero para fabricar gaseosas.
Y estaba El Progreso, marca de otra gaseosa.
¿Captan la gran metáfora de El Progreso? Cuando
Sevilla era todavía Sevilla y no este Düsseldorf
con Giralda en que nos la están convirtiendo, no
estropeaban nada porque los partidarios del
Progreso (y la Modernidad) cogían su media
docenita de gaseosas y con ellas hacían los
experimentos que tuvieran por convenientes. La
palabra sigue, pero como no hay gaseosas, en
nombre del Progreso ahora se están cargando a
Sevilla.
Urge, pues, la
reapertura de las fábricas de gaseosas. No por la
reindustrialización de Sevilla, que también, sino
para evitar que hagan los experimentos
directamente con la vieja dama. Muchas gaseosas
son las que hacen falta aquí, para que se harten
de hacer experimentos con ellas.
Porque si no hay
Casera, nos vamos. Nos vamos a enterar de lo que
vale un peine.