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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El clásico Ganapierde sevillano

Fernando Villalón se arruinó como ganadero de bravo porque se empeñó en criar toros con los ojos verdes, verdes como el trigo verde. Del verde, verde limón, como la veredita verde que no cría yerba para la izquierda y tiene jaramagos selváticos para la derecha y que conduce a la puerta del Ayuntamiento.
¿Cuántas orejas hacen falta para salir por la Puerta del Príncipe de Sevilla? Todo el mundo lo sabe: tres. En Sevilla hay que cuajar al menos un toro, y cortarle las dos orejas. Siendo eso más difícil que alicatar un búcaro por dentro o barrer una escalera para arriba, es sencillísimo al lado de lo difícil que es entrar por la Puerta Grande del Ayuntamiento para que le den a uno el bastón de alcalde. ¿Cuántas orejas hacen falta para entrar por la Puerta Grande del Ayuntamiento? ¿Dos, como en Las Ventas? ¿Tres, como en la plaza del Arenal? No, más todavía. Para ser alcalde en Sevilla hay que cortarle las tres orejas a un solo toro.
-Pero no hay toros con tres orejas, usted...
Por eso, por eso es tan difícil ser alcalde de derechas en Sevilla, aun ganando las elecciones municipales como Zoido. Palabra de Zoido y palabrita del Niño Jesús. La vigente y lamentable ley electoral obliga a la derecha a que le corte las tres orejas a un toro. O sacas mayoría absoluta, o te quedas en tu casa con todos tus votos. Como un señor, pero en tu casa. Porque no eres de la Mayoría de Progreso que se proclama a sí misma heredera directa de la gorra de Pablo Iglesias y de la peluca de Santiago Carrillo, marqués de Paracuellos del Jarama. Los toros del triunfo pastan en las dehesas de Sevilla Este, de Macarena Norte, del Cerro del Águila. En Los Remedios, en el centro, en Nervión y en Triana, aunque Zoido haya cuajado allí un montón de toros de dos orejas, no cuentan. Si no eres de izquierda, como no le cortes las tres orejas a un solo toro, por muchos pañuelos que hayan sacado los tendidos, no puedes salir de alcalde, por la aritmética perversa del Pacto de Progreso.
Vamos, que o sacas mayoría absoluta o te vas a tu casa como el vencedor que nunca podrá comerse una rosca. Que es lo que le ha pasado a Zoido. Lo mismo que ya le pasó a Soledad Becerril. La derecha tiene que sacar mayoría absoluta para poder tocar pelo. Lo dicho de los toros con tres orejas. En cambio, se aplica el principio de Todo Vale a esa autoproclamada izquierda que en las conferencias de la campaña electoral es presentada por los negociantes acaparadores de suelo para el «urbanismo productivo».
Es como si en el ejemplo de la corrida del toro de tres orejas, aunque el diestro cabecera de cartel cortase dos orejas en un toro y una en el otro, no le valiesen de nada para salir por la Puerta del Príncipe, digo, para entrar de alcalde por la puerta del Ayuntamiento. Pero en cambio los otros dos diestros sí pueden sumar las dos vueltas al ruedo que ha dado el segundo en sus toros y la única vuelta al ruedo del tercer espada. Dos y una, tres: ea, ya tienen más trofeos que el otro. ¡A gobernar se ha dicho, en nombre de los ciudadanos y ciudadanas! Y el otro, que guarde en el esportón los apéndices auriculares (que dicen los cronistas taurinos cúrsiles) o que los mande a Gamarra para que se los diseque si quiere, pero que se vaya a su casa, que los que entran a hombros por la Puerta del Poder Municipal son los legitimados (¿por qué?) para sumar sus petardos y convertirlos en triunfos.
Deben de ser las cosas de la aritmética mágica de Sevilla, en la inmensa capacidad que tiene la ciudad para convertirlo todo en tradición. Es tradición que los seises no sean 6, que sería lo lógico, sino 10. Con el mismo ábaco mágico, lo ya clásico y tradicional en el Ayuntamiento de Sevilla es que no gobierne quien saca más votos, si es de derechas, sino quien pueda hacer mejor el ganapierde y el pierdigana de los pactos con 25.000 votos de pata negra, chachis, de izquierda pura de pipa y carpa. Cuando los cicerones les enseñen el Ayuntamiento a los turistas en la Ciudad Peatonalizada de Diseño, Catenarias, Parasoles, Carril Bici y Trenecito, deben llamarles la atención sobre esta nueva tradición hispalense y decirles: «Y esto es el Ayuntamiento de Sevilla, el lugar más curioso del mundo, donde los que ganan, pierden y los que pierden, ganan.»

 

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