EN
esta España de los Gómez y los López, cada cual
oculta su Rodríguez y su Sánchez como puede. Vivo
en una nación donde el presidente del Gobierno, el
señor Rodríguez, se hace llamar Zapatero. Soy
vecino de una ciudad donde el alcalde, el señor
Sánchez, se hace llamar Monteseirín. Si llamar a
la gente por su apellido y no por el nombre me
suena a colegio de los jesuitas, los segundos
apellidos me recuerdan el franquismo. A Franco le
encantaba llamar a la gente por el segundo
apellido, como los que en España tanto usan los
árbitros de fútbol. A Fraga todo el mundo le llamó
siempre Fraga. Menos Franco, que le decía Iribarne.
Cada vez que inauguraba un parador nacional,
Franco le decía a Fraga nada más descorrer la
cortinilla de la lápida conmemorativa:
-Muy bonito parador
y muy patriótico, Iribarne...
Y en esta España de
los Gómez y los Rodríguez, Martínez ha hecho su
triunfal campaña sin usar el apellido. Es más:
Martínez perdió hace muchos años el apellido como
se perdió La Habana, prima hermana de la ciudad
que gobierna aproximadamente desde la legislatura
de los fenicios: Cádiz. Yo ahora puedo escribir
esta frase: «Martínez barrió en Cádiz». Pero si la
escribo, más de uno se preguntará:
-¿Es que Teófila no
se presentaba ya de alcaldesa en Cádiz, y por eso
ha ganado este tal Martínez?
Bueno, sí,
aproximadamente. Martínez hace tiempo que dejó de
existir en Cádiz para dejar paso a Teófila. La ex
Martínez, en esta campaña tras la que ha vuelto a
arrasar, ha hecho toda la cartelería, todos los
anuncios, todos los lemas, todos los reclamos
televisados con el solo nombre de Teófila. Le pasa
ya a Teófila como a muchas grandes españolas, como
a Lola, a Rocío, a Cayetana: que no tienen
necesidad alguna de apellido para que sepamos
quiénes son. Y tiene en Cádiz tal fuerza esta
Lola, digo, esta Teófila la Piconera, que ha
ganado no solamente las elecciones, y por mayoría
absoluta, y con unos de las más altos porcentajes
de votos de toda España, sino en todos y cada uno
de los distritos de la Cuna de la Libertad, y
además en todas y cada una de las mesas
electorales, excepto en tres.
Y el gaditano que me
está leyendo y soplando al mismo tiempo al oído
este artículo, me dice en este punto:
-Picha, pues eso es
un fracaso, joé. Teófila ya no es lo que era.
¡Cuidado que no ganar en tres urnas! En 1999 ganó
en todas las urnas de la ciudad. Vamos, que si se
lo propone, Teófila gana hasta en la urna del
Cristo Yacente del Santo Entierro...
Creo que los
cicerones que les enseñan la ciudad a los turistas
y los pimpis que acompañan a los embarcados ya han
incluido estas tres urnas en los recorridos para
los guiris, porque tienen un ver. En Cádiz, a
partir de ahora, hay que ver la Catedral, el Museo
de la Plaza Mina, el oratorio de la Santa Cueva...
y las tres urnas donde no salió elegida Teófila.
Están en Puntales y en la Barriada de la Paz, y
seguro que las señalarán en las fachadas de sus
colegios electorales con lápidas conmemorativas de
mármol, por aquello de la Tacita de Placa, que no
de Plata. En Cádiz, en cuanto te descuidas, te
ponen una lápida. Como la que le pronosticó El
Cojo Peroche a El Beni, pues a la muerte de Benito
Rodríguez Rey, en la casa donde nació pusieron una
lápida que decía: «Se vende».
Más de una vez, tras
las elecciones, le pedí a Teófila que me
empadronara en Cádiz, porque es de las pocas
ciudades de Andalucía donde sabes que va a salir
alcalde la persona que votan los vecinos, y no la
que resulte de esa recalificación sin ladrillos
que son los pactos. Mientras que en otras
capitales del Virreinato de Chaves dejan a los
votantes del PP compuestos y sin alcalde de la
lista más votada, en Cádiz sabes que el bastón se
da según las urnas, no por Trapicheos de Progreso.
Bueno, en Cádiz y en Madrid. La decimonónica
pregunta del «¿Qué pasa en Cai?» tiene ahora una
respuesta: «Pues lo mismo que en Madrid, quillo:
que los vecinos tienen la absoluta seguridad de
que va a salir alcalde el de la lista más votada,
y no como en Sevilla, que hay tanta inseguridad
ciudadana, que al del PP mismo le quitaron el otro
día la alcaldía por el procedimiento del tirón,
uno en bicicleta que iba por el Carril Bici».