LOS
que han ganado las elecciones presidenciales
en Francia han sido esos buenos aficionados
galos a los toros que vemos en el bar del
Hotel Colón después de las corridas de
Feria. Pero no de los festejos de
farolillos, que ahí va cualquiera, sino de
preferia, todavía sin farolillos y sin el
público del Ave que viene «a las Ferias a
tomar unos chatos y a vestirse de faralaes».
La tarde del
Corpus se celebraba en Madrid una corrida
con un cartelón mucho más rematado que el de
Sevilla o el de Granada. En el Corpus en
jueves, Sevilla y Granada tienen procesión.
Madrid, que no tiene procesión ni en jueves
ni en domingo, y donde es día de trabajo,
tiene en cambio un cartelón de Corpus: El
Juli, Castella y Talavante. Y allí en una
contrabarrera de Las Ventas estaba el nuevo
embajador francés, el hombre de Sarkozy en
Madrid. Un diplomático que habla español
divinamente y es tela de aficionado, incluso
aficionado práctico que más de una vez se ha
puesto delante de una becerra en el campo. Y
dijo el nuevo embajador gabacho en la
retransmisión de la corrida que la Fiesta es
una seña de identidad cultural para los
franceses.
Así son todos
los aficionados franceses que vienen a
Sevilla a ver los toros. Es una afición
libresca, culta, entendida, no enterada.
-Donde
hay de verdad enteraos es aquí, anda que no
hay enteraos ni ná...
Un enterado es
distinto de un entendido. A veces los
tendidos están llenos de enterados, con muy
pocos entendidos. Y uno de esos entendidos
franceses que vienen a los tendidos de
Sevilla, de la misma cultural y libresca
reata que su nuevo embajador en Madrid, es
Sarkozy, el presidente francés. Recordábamos
vagamente alguna foto en que Sarkozy estaba
en la plaza de Sevilla con su amigo el
taurino francés Simón Casas. Quien no la
recordaba era el maestro sastre don José
Cañete, cuando estaba viendo en la
televisión la información de las elecciones
francesas, apareció el triunfador Sarkozy, y
el alfayate llamó a su mujer, Tere Reina:
- ¡Tere, Tere,
ven, corre, que está saliendo el nuevo
presidente francés y resulta que a este tío
le he vendido yo una americana!
La otra noche,
en la boda de su sobrino, el ginecólogo
Rufino García-Otero Reina, le pregunté al
maestro Cañete por la chaqueta de Sarkozy,
por la sevillana prenda que el presidente
francés le compró en su sastrería de la
calle Rioja, y me lo confirmó. Fue cuando
Sarkozy era ministro del Interior. Cuando
vino a los toros con Simón Casas. Cañete le
vendió una chaqueta y dos camisas. Espero
que las prendas sevillanísimas de su
vestuario no le vayan a jugar una mala
pasada a Sarkozy, en el que tenemos puestas
todas nuestras complacencias de leña al mono
de la ETA. No lo digo por el perfecto oficio
sartorial del alfayate que hizo esas
prendas, sino por la tierra sevillana en que
fueron cosidas. Sarkozy tiene una chaqueta y
dos camisas de Sevilla. ¡Ojú! Menos mal que
en Francia no lo saben, porque cundiría el
pánico. ¿Usted sabe lo que puede significar
eso, que Sarkozy tenga una chaqueta de
Sevilla y dos camisas de Sevilla? Pues que
de un momento a otro, Sarkozy se puede poner
a chaquetear ante los socialistas, como
tantos empresarios sevillanos que se visten
en Cañete con esas mismas chaquetas. En
cuanto a las camisas, ni te cuento como a
Sarkozy le dé, como a tantos señoritos de
Sevilla que las visten, por cambiarse de
camisa ante la más remota posibilidad de
perder las subvenciones que le están
mangando al PSOE, con el que están
encantados: el suspiro de alivio que pegaron
muchos cuando vieron que Zoido no salía de
alcalde. En una espléndida crónica de Corpus
que Micer Francisco Robles firmaba ayer en
la competencia, decía que la voz sevillana
«chaqueteo» viene de cuando los laicos
socialistas se ponen el chaqué para ganar el
jubileo de popularidad yendo a las
procesiones. No, Micer: el clásico chaqueteo
sevillano, no es de etiqueta, no es de
chaqué. Viene de las chaquetas de O´Kean, de
Cañete, de Ibáñez o de Galán, igualitas que
las de Sarkozy, que los lamentables y
reaccionarios empresarios que usted y yo
sabemos se cambian cuando es menester, con
tal de seguir arrimados al perol del régimen
de Chaves, qué arte.