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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


¿Recuerdas aquel 12 de julio?

No sé si esto lo explican en las Facultades de Comunicación. No, tranquilos, no es que sea noticia que un hombre  arañe a un gato o que sea noticia que ZP no haga hoy una zapatiesta. Mi Teoría de la Información afirma que las noticias verdaderamente importantes son aquellas que, aun transcurrido mucho tiempo desde que se produjeron, hacen que recordamos perfectamente dónde estábamos y qué hacíamos en el momento en que nos enteramos de ellas.

Puede usted mismo hacer la prueba. ¿A que se acuerda usted perfectamente de dónde estaba y qué estaba haciendo hacia las 3 de la tarde de aquel 11 de septiembre en que le dijeron que un avión se había estrellado contra las Torres Gemelas? ¿A que se acuerda usted perfectamente de dónde estaba y qué estaba haciendo a prima hora de la mañana de aquel 11 de marzo en que le dijeron que pusiera la televisión, que había estallado una bomba en un tren de cercanías en Madrid? ¿A qué recuerda dónde estaba cuando le dijeron aquel 23-F que unos guardias civiles habían asaltado el Congreso?

Cada uno puede hacer su sentimental Memorial de Noticias en este sistema de valoración. ¿Quién se acuerda de lo que estaba haciendo y dónde estaba cuando dijeron que ZP había ganado las primarias del PSOE? Pues se acuerdan los mismos que evocan cuándo y cómo supieron que Pimentel ya no era ministro de Trabajo: nadie. En cambio, los de la Generación del 68 (que así habrá que llamar a la que hizo la Transición) nos acordamos perfectamente no sólo de dónde estábamos, sino quién nos llamó a casa en aquel amanecer del 20-N para decirnos que Franco había muerto. O en qué veraneo estábamos cuando el hombre puso un pie no sabemos aún si en la Luna o en el flequillo de Jesús Hermida. Y tirando de moviola hacia atrás, evocamos perfectamente cuando de niños nos enteramos que un toro había matado a Manolete, o cuando de estudiantes supimos del asesinato de Kennedy en Dallas. Hace diez años se produjo una de estas noticias de cinco estrellas. De las que mueven y conmueven al mundo. Fue el prendimiento y sacrificio de Miguel Ángel Blanco a manos de los asesinos de la ETA, justamente porque un Gobierno fuerte y con dignidad nacional no cedió ni un palmo en todo lo que el Estado está ahora claudicando, con los pantalones por los calcañares.

Que cada cual se ponga la mano en el pecho y evoque aquella calurosa tarde de verano. Aquel 12 de julio en que ya se había cumplido el plazo del ultimátum dado por los criminales y todavía teníamos la remota esperanza de que tuvieran corazón, no cumplieran su amenaza y Miguel Ángel Blanco apareciese vivo en alguna solitaria campa vascongada. A mí me parece que estoy volviendo a vivir aquella hora de angustia. Era en Marbella, en los baños de Río Real, donde estaba en aquellos días incosoleando. Se había hecho sobre toda la playa un extraño silencio, sólo roto por la letanía dolorosa de las chicharras bajo los pinos piñoneros, por la voz triste de algún lejano transistor con el que alguien se aferraba no sé si a una angustia o a una esperanza. Recuerdo aquel silencio de anuncio de sacrificio y muerte como si lo estuviera oyendo ahora. Porque el de España entera fue un silencio de los que se pueden escuchar, un silencio de albero y azahar, como el de la plaza de los toros o el de la cofradía de ruán de la Madrugada. Y recuerdo cómo, de golpe, como si un disparo asesino se hubiera oído en España entera, aquel silencio se rompió en las voces de la tragedia, en el relato impresionante del cuerpo hallado por unos cazadores con un tiro en la nuca, del hilo de vida que aún le quedaba a Miguel Ángel Blanco cuando llegó al hospital. (Al mismo hospital, por cierto, donde ahora el Estado hocicó con el Juana Chaos.)

De lo que luego vino, también nos acordamos todos. ¿Todos? Aquí también establezco otro sistema de valoración en torno a la circunstancia de una noticia. Puede usted saber si un español tiene corazón o es un mal nacido si recuerda perfectamente aquellas negras horas de la sangre de Ermua o si mira para otro lado. Y más que nada, si, olvidándose de Miguel Ángel Blanco y de la coral España del "Basta ya" y del Espíritu de Ermua, a ese lado ignominioso para el que mira con tal de no contemplar su propia conciencia le pone el vergonzante nombre de Proceso de Paz.

 

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