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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Agosto, mes de las cubas

SI mayo es el mes de las flores, agosto es el de las cubas. No hay calle de Sevilla que no tenga puesta su cuba de obras, para la reforma de los pisos y los locales. No sé cómo las últimas cifras del paro han pegado tal subidón, porque los albañiles están que no paran, y los palaustres echan humo arreglando cocinas y reformando cuartos de baño. ¿Pinchazo de la burbuja inmobiliaria, dice usted, y paralización del gremio de la construcción? Quien tal afirma es que no ha visto esta Sevilla de las cubas de obras, donde todo viejo retrete de Bellavista tiene su sepultura y todo bidé de Roca, su tumba. Cubas con los paramentos de azulejos que estaban que se caían nada más tocarlos, ahora sustituidos por los altos zócalos cerámico-porcelanosos, más estirados que la cara de Isabel Preysler, que los anuncia. Cubas con todas las persianas enrollables viejas, sustituidas por las que ya traen incrustadas las nuevas puertas de aluminio blanco aluminio dorado que vamos a poner, María, verás qué bien va a quedar la salita, como la vougüindou del chalé de tu prima Mari en el Pinar de la Juliana.
Grúas de obras cada vez habrá menos, pero cubas, cada día más. La cuba es un indicador económico mejor que el Ibex 35. A juzgar por esta Sevilla sembrada de cubas, parece que los contratistas de las empresitas de reformas de pisos y locales están que lo regalan: esto es cuba. Dime cuántas cubas de obras hay en tu calle y te diré cómo andan tus vecinos de parneses. ¿Dónde se están reformando más cocinas y poniendo más cuartos de baño de cine? ¿En Nervión o en Triana, en Pío XII o en el Polígono?
-Es que el piso estaba ya machacado...
La que no debe de estar tan machacada es la economía. El euríbor no tiene nada que ver con las cubas de obras. Aunque me sospecho que hay quien pone una cuba de obras a la puerta de su casa sólo por aparentar, para fingir la prosperidad económica que no se tiene, como los hidalgos completamente tiesos del Siglo de Oro se echaban migas de pan en la barba para simular que estaban hartitos, cuando andaban caninos.
Esto por lo que respecta a los pisos. Y sobre los negocios, establecimientos, oficinas y comercios, ni te cuento. Lo que no está cerrado por vacaciones está cerrado por obras. Paradigma: el Hotel Colón, antes Majestic.
- ¿Antes de qué?
Pues antes de que Franco prohibiera los nombres extranjeros en los negocios. Vamos, lo mismo que ahora el charnego Montilla, nuevo dictador lengua en mano, aplica en Cataluña, donde tampoco permiten los nombres españoles en las muestras de los negocios y multan al que tiene la osadía de mantenerlos sin ponerlos en catalán. Al Hotel Majestic tuvieron que ponerle Colón por cuestión de huevos. Como al Hotel Royal de la Plaza Nueva, el que era de la familia de Jaime Raynaud, tuvieron que ponerle Hotel Peninsular. Lo que no sé es cómo se libró el Hotel Biarritz del cambio de nombre.
Que venía diciendo que como paradigma de la Sevilla de las cubas de agosto, el Hotel Colón en reforma. Hotel con encanto taurino, donde se visten los toreros, el del vestíbulo como una versión sevillana de la cúpula del Palace de Madrid. El que construyeron para la Exposición de 1929 y remodelaron para la Expo de 1992, supongo que con este arreglo en curso con la cuba en la puerta aguantará hasta la Exposición del 2020. Que haberla, habrála. Si Sevilla sale a dos Exposiciones por siglo, la primera del siglo XXI tiene que estar al caer. Es necesario que caiga. Una Expo, una Olimpiada, un algo que entretenga al alcalde, de modo que las perrerías las hagan con vistas al futuro, y no en la carne viva de la ciudad histórica. Si hubiéramos tenido Olimpiada, ésta era la hora en que nos habríamos librado del Capricho Llamado Tranvía, del Carril Bici, de las Setas, del rascacielos de Cajasol (con la camisa nueva), de la Piel Sensible y del Vecindario Insensible que aguanta carros y carretas y encima está encantado con las Catetarias. El alcalde estaría ocupadísimo con la Villa Olímpica y no tendría este olímpico desprecio por Sevilla. Lo del Ayuntamiento también es de cuba de obras de agosto, pero a lo bestia. Menuda cuba de obras la Tuneladora, menuda cuba de obras el estropicio de los ruidos del 6,5 de la Escala Ritchter del Tranvía, que no hay amolador que los aminore.

 

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