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 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Alquileres con tirititrán

No me suena como flamencólogo. Se llama Miguel Ángel Fernández Ordóñez, pero no me suena como flamencólogo en plantilla de Bienal alguna ni de organismo alguno de la Junta. Ni flamencólogo de Jerez, ni de Alcalá, ni de Utrera, ni de Cádiz, ni de Morón, ni de ninguno de los lados, catetos e hipotenusas del triángulo del cante, que es el cuarto de los cabales hecho geografía. Es gobernador. No gobernador civil, cargo que ya no existe. Con lo que vestía llevar un gobernador civil a la boda de una hija:
-Cuando se casó Beatriz mi hija, el gobernador de entonces firmó como testigo.
Miguel Ángel Fernández Ordóñez es el único gobernador que queda en esta España ya sin gobernadores, pero con tantos anuncios de «Gobierno de España». Es gobernador del Banco de España. Cargo que digo yo que debería llamarse, como todos los gobernadores, algo así como «subdelegado del Gobierno del Banco de España». Quien tiene que saber lo suyo de cante. El propio cargo es totalmente flamenquito. Lo siguen mentando las gitanas que te quieren vender la ramita de romero o echarte la buenaventura:
-Anda, marqués, que tienes planta de gobernaor...
Miguel Ángel Fernández Ordóñez tiene no planta, sino puesto de gobernador. Y saberes de flamencología parda, que es como la Gramática Parda, pero referida a la Economía y expresada desde el Banco de España, desde donde antiguamente, cuando había pesetas, el señor gobernador estampaba su firma en los billetes.
Viendo la forma de tirar el dinero público y de malgastarse el superávit que se trae el Gobierno de cara a las elecciones, Fernández Ordóñez ha dicho que ya está bien de «política de alegrías». Ooooooooole. Eso es lo que hace ZP: trabajarse el tirititrán, tran, tran, por alegrías. Es un titiritero del tirititrán de las promesas. Esto de las promesas electorales del «echa vino, montañés, que lo paga Luis del Vargas» es exactamente igual que el tirititrán de las alegrías. De ahí que colija que Fernández Ordóñez sabe tela de flamencología. Sostiene Chano Lobato que el tirititrán lo inventó Ignacio Espeleta una noche que a la hora de tener que salir a cantar tenía una papa muy gorda, pero muy simpática. Con la tajá, salió al escenario como haciendo el paso español, con el mosquero de lado a lado. Y cuando el guitarrista le dio la entrada por alegrías, se le había olvidado la letra. Y genial como era, hizo arte de la improvisación. En vez «porque por Patrona tiene/a la Virgen del Rosario», pues dijo: «Tirititrán, tran, tran, tirititrán, tran, trero, tiritití, tirititrán». Y titititrán se quedó ya para siempre.
Como ustedes ven, exactamente igual que lo de Zapatero. A Zapatero se le ha olvidado la letra de la dignidad política y de la contención del gasto. Con tal de permanecer en el escenario, como Espeleta, recurre al tirititrán. Se acercan las elecciones, y tirititrán, tran, tran. Aunque no haya dinero. Aunque no se sepa la letra de los presupuestos. Tirititrán de los 2.500 euros para todos los niños de pecho. Tirititrán de dentista gratis para todos los zagalones (mejor dentista que no cambio de sexo gratis). Tirititrán de pisos gratis a todo el que gane menos de 3.000 euros, que es la cantiña de Chaves. Y ahora, tirititrán de gastarse 748 millones de euros en subsidiar los pisos de los jóvenes. Y digo yo: ¿y por qué sólo de los jóvenes? Ya puestos con el tirititrán, ¿por qué no se hace también el PER del alquiler de los jubilados, que les hace más falta? Y no se queda ahí el tío tirando el dinero y prometiendo, en su cante por alegrías presupuestarias. ¡Como sabe que Solbes traga y no dimite! Otro tirititrán para Cataluña: 34.486 millones de euros por la cara... por la cara del Rey de los retratos que queman los separatistas en fechorías que luego justifica el autotitulado «Gobierno de Madrid».
¿Saben ustedes qué me recuerda todo esto? Pues al retrato de Adolfo Suárez, pero en negativo. El revelado de ese retrato nos lo ha hecho el Mienmano de Paco Fernández Ordóñez, al denunciar el tirititrán de esta política por alegrías. Lo que están haciendo Gobierno y Junta gastando a troche y moche en brindis electorales y demagógicos al sol es como la famosa frase de Suárez, pero al revés: «No puedo prometer... pero prometo».

 

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