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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Hoy no escribo de El Juli

EL sábado a mediodía, viendo la televisión, me surgió el tema del artículo de hoy, que se iba a titular «El chaqué de El Juli». Se casaba Julián López en la iglesia de Santo Domingo de Jerez con una nieta del Pantera, de esa rama de los Domecq que suena a cascabeles de enganches a la media potencia por la Calle Larga, y el torero no iba vestido con el uniforme de gala del cuerpo al que pertenece, el traje corto, sino de chaqué. Los toreros ya no se visten de corto ni en los tentaderos: torean las eralas en chándal. Ya no van de corto para casarse. El traje corto campero, de etiqueta ceremonial con botonadura de esmeraldas en la camisa de chorreras, ha pasado a ser como un traje de luces para torear festivales. ¿Se imaginan a Joselito el Gallo de chaqué? ¿Y se imaginan el artículo que me iría saliendo si el sábado, horas después de la boda de El Juli, el Consejo de Cofradías no me hubiera impuesto ese Toisón de Oro de la sevillanía que es el Pregón?
Lo que no me imagino es que yo ahora no escriba el artículo que usted está esperando que escriba. Hoy, precisamente hoy, no puedo chaquetear con el chaqué del Juli. Y al igual que me meto con el alcalde, voy a meterme conmigo mismo. ¿Sabe usted por qué estos señores han tenido la generosidad de convertirme en el Tío del Pregón? Pues porque como la Semana Santa este año cae tan baja, lo que pegaba es que nombraran a un señor bajito: los altos, para las Semanas Santas que caen altas; y para las que caen bajas, los cortetes. Para desmentido, por cierto, de mi querido maestro don Manuel Halcón y Villalón-Daoiz. Un distinguido lector, profesor de Literatura por más señas, José Vallecillo, el máximo especialista en la obra del autor de ese Gatopardo sevillano anterior al de Lampedusa que es «Los Dueñas», al felicitarme por el Pregón con mayúscula (en Sevilla no hay que decir cuál), me hace una apreciación sobre los cambios de esta ciudad, en los que, francamente, no había caído. Me dice el profesor Vallecillo: «Si don Manuel Halcón dijo a Ruiz Copete en sus "Conversaciones" que no había conocido a ningún sevillano que hubiera hecho carrera en Sevilla sin pertenecer a alguna cofradía de Semana Santa, contemplaría ahora con el buen ánimo que le caracterizaba cómo en esta ocasión el Consejo ha elegido a un escritor que no es hermano de ninguna de penitencia».
Una raya en el agua. En el agua del río, en el agua de un estanque del Alcázar, que aprecio en cuanto vale y significa, y un poquito más, por la que he de dar doblemente las gracias por el nombramiento atípico: que sin ser de ninguna cofradía me encarguen el anuncio de la Semana Santa, desmintiendo así a don Manuel Halcón. Si no carrera, al menos carrera oficial de la literatura sevillana sí se puede hacer ya sin estar en la nómina de ninguna cofradía.
Escribo, pues, este artículo que usted espera hoy leerme sorprendido gratamente por el pozo sin fondo que es esta ciudad. Nunca se acaba de conocer a Sevilla. No me imaginaba tanta generosidad por parte de los sevillanos, ni que ante mí pudieran abrir este foso de responsabilidad, que ríase usted del Foso de la Universidad. ¿La Noche de la Ilusión, cuando la Cabalgata, dice usted? ¿Y dónde me deja esta abrumadora y colectiva ilusión de vísperas de la Semana Santa? Escribo cargado de responsabilidad, agobiado por la ilusión que tantos sevillanos, quizá con más benevolencia que razón, han depositado en el guardia que suscribe. ¿Cómo le iba a decir que no a los sevillanos que ayer exclamaron el generoso «por fin» o el excesivo «ya era hora»? ¿Cómo ante los colegas de los medios informativos, que me han hecho pasillo de compañerismo, como ese Carlos Colón que me dejó dicho en el contestador que como no encontraba el número de teléfono de Sevilla para felicitarla me llamaba a mí? O como me dijo, enérgica, una querida vieja dama:
-Si hubieras dicho que no, es que habríamos perdido las amistades para siempre.
¿Cómo iba yo a romper las amistades con esa vieja dama, si es mi universo literario? Por eso hoy, ¿cómo voy a escribir del chaqué de El Juli? Lleno de agradecimiento, debo hoy preguntarles por vez primera a ustedes, sevillanos, lo que, Gran Poder mediante, habré de volver a preguntar a don Manuel Román hacia las 2 de la tarde del domingo 9 de marzo de 2008: «Ustedes me dirán qué se debe aquí».
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