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El Recuadro   

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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La maleta de Juanito Valderrama

Si cruel es España, despiadada Andalucía con sus hijos desaparecidos. Cuando se van, es tan corto el gorigori y tan largo el olvido... De haber sido solteros o al menos casados sin hijos, muchos grandes andaluces estarían en el más completo de los olvidos. La tierra no se acuerda de ellos. La familia, sí. Pienso en Cádiz. Pienso en quien hizo escultura a la Señorita del Mar pemaniana: en Juan Luis Vasallo. De no ser por sus hijos, que se han ocupado de exposiciones antológicas, de homenajes a la obra de su padre, de ediciones y catálogos, nadie se acordaría hoy del escultor Vasallo. La otra tarde, la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla abría sus salones, renovados y sacados de brillo gracias a la animosa presidencia de la sanluqueña-sevillana marquesa de Méritos. Allí, entre otras muchas obras sacadas literalmente de cuartos de los trastos, una espléndida cabeza del pintor Gustavo Bacarisas, esculpida por Juan Luis Vasallo. Nos acercamos a admirarla y alguien dijo:
-Sí, Vasallo sé quién es: el escultor de Cádiz que estuvo aquí en Sevilla de catedrático de Bellas Artes, el de la «Venus». ¿Pero quién era Gustavo Bacarisas?
Pues un grandísimo pintor nacido en Gibraltar y avecindado en Sevilla, de una obra genial, donde si interesantes son sus temas morunos son una delicia sus inconfundibles motivos florales o sus paisajes o motivos florales pintados sobre fondo negro, personalísimos. Pero un gran pintor que no tuvo hijos. Un coronel de la hermosura de la creación, que no tiene quien le escriba su reivindicación.
En esta despiadada Andalucía pienso muchas veces que de no haber existido María de los Ángeles Infante, su padre no lo sería de la Patria Andaluza. Ni mucho menos. Algún bibliófilo loco tendría un ejemplar de «El Ideal Andaluz», alguna tesis doctoral lo citaría en una breve nota a pie de página...y pare usted de contar. En nuestra tierra, si no hay una vestal de la familia que mantenga el sagrado fuego de la memoria, se apagan las más decisivas llamas de nuestro pasado.
Por eso me he alegrado mucho que Juanito Valderrama, que el excelentísimo señor don Juan Valderrama Blanca, tenga un hijo que se llama Juan Antonio y una enamorada mujer que es una gran cantante y que le entregó en vida ni más ni menos que su arte y que se llama Dolores Abril, los cuales mantienen viva la memoria del gran cantaor flamenco, del popularísimo creador de canciones que sí que son de verdad la Memoria Histórica de España, y sin vencedores ni vencidos además. Que cuando volvemos a escuchar las coplas o los cantes de Juanito Valderrama no hay más vencedor que su arte ni más vencido que el tiempo, que es derrotado por la frescura de una voz que era como una fábrica de caramelos para hacer felices a las gentes.
Juan Antonio y Dolores han rescatado lo mejor y más imperecedero de la obra de Valderrama, ese grandísimo artista que corría el riesgo de que, andando el tiempo, la gente se creyera que era un campo de golf por la parte de la Algeciras del Corruco o del Chaqueta. Juan Antonio y Dolores Abril han bajado del altillo de la memoria la maleta de Juanito Valderrama, la maleta de «El emigrante», que es la otra cara del baúl de La Piquer. La maleta de cartón amarrada con guitas con la que tantos y tantos andaluces cogieron el tren de las lágrimas camino de la emigración. Han metido en esa maleta ni más ni menos que la obra magna del cantaor sobrado, el que hizo un bachillerato de cante con Pastora y Tomás Pavón en la Alameda y la reválida en Villa Rosa. En esa maleta, con la antología de todos los cantes de quien era una enciclopedia flamenca viviente, van las canciones con los recuerdos de un tiempo. El dolor de la emigración.
Viendo la antológica maleta de «El emigrante», me queda una duda. Todos estos inmigrantes que conviven ahora con nosotros, las ecuatorianas del servicio doméstico, los rumanos del acordeón, los peruanos de los bares, ¿tendrán una canción que les haga llorar de nostalgia y emoción, como aquella de Juanito Valderrama que oían los españoles lejos de su patria? En la España querida de Juanito Valderrama hay ahora muchos hombres que también le dijeron adiós a su tierra, que volvieron la cara llorando, pero que quizá no tengan los pobres ni una canción que le ponga lágrimas sonoras a su nostalgia...
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