ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El Gorrón de Rocío

HABRÉIS observado, queridos alumnos, que en el programa de nuestro Curso de Zoología del Mangazo figura la lección del Gorrón de Rocío. Y os habréis preguntado por qué no la he explicado antes de Pentecostés. Pues porque todavía no habían vuelto las carretas. La explico ahora, cuando no corre ya riesgo de ser descubierto y corrido a gorrazos por sus depredados: el dueño de casa en la aldea o el que lleva su orgánica el hombre en el camino. Pues la diferencia fundamental del Gorrón de Rocío con el Gorrón de Feria, por compararlo con una variedad ya explicada en clase, es que mientras la actividad succionadora de éste con respecto al panoli al que le da el mangazo dura todo lo más una jornada, que es llegar y pegar, ponerse púo de langostinos, beberse todo lo bebible, trincar la entrada para los toros e irse, el Gorrón de Rocío vive exclusivamente de su gañote durante varias jornadas, y gracias a él come, duerme, se ducha y se divierte, ora haciendo el camino, ora metiéndose por las puertas de una casa en la Aldea, de donde no lo echa ni la Guardia Civil.

Para confundirse con el terreno, el Gorrón de Rocío adopta en su pelaje y capa una perfecta mimetización con el ambiente. En tiempo de Pentecostés, que es la época en que proliferan estos individuos en arenales y marismas, es muy difícil distinguir en su hábitat natural de Triana, del camino, del Quema o luego en la Aldea cuál es el gañotero Gorrón y cuál el pagache Gorroneado. Pues el Gorrón, hábilmente, según le dicta su instinto, adopta la misma apariencia que el gorroneado. Los individuos de esta especie llevan sombrero alancha, calzón de listas con vueltas blancas y, al cuello, una medalla muy vieja y un pañuelo como el que lleva el chufla del alcalde de Marinaleda, pero en gris y en rociero, no en coloradito y en palestino.

Y presenta, además, el Gorrón de Rocío otra especificidad de adaptación al medio. Pues mientras que el de Feria era más bien de la variedad Gorronis Malagis, el de Rocío suele ser Gorronis Simpáticus. Aprovechar suele sus muchísimas habilidades para su profundizar y afianzarse en su succionadora tarea. A menudo se presenta ante sus víctimas con una guitarra o un tambor, y no suele cantar malamente; toca a compás y con gracia las palmas; y si es en materia de sevillanas, no sólo las baila con donosura, sino que se las ingenia como nadie para sacar a bailar, mientras la piropea, a la dueña de la casa, y mira que es gorda y fea la tía...

Así, embaucando, embaucando, cantando, bailando, contando chistes, incluso metiéndose en la cocina a hacer unas papas con chocos, el Gorrón de Rocío, que se plantó con lo puesto en la calle Castilla cuando salía Triana, es más que probable que antes de llegar el Simpecado a Castilleja esté ya plenamente integrado en una orgánica, que lo invita a seguir todo el camino. Esto ocurre en la variedad del Gorronis Rocierus Itinerantis, o Gorrón del Camino. En la variedad de la casa en el Rocío, esto es, el Gorronis Rocierus Domiliciatus, llega allí al rebujón, con los conocidos de unos amigos de un primo del cuñado de la dueña de la casa, armado ora con su guitarra, ora con su tambor, y de tal forma se apalanca e intima con todos, y se come y se bebe el manso, que hacia las 4 de la mañana del primer día, cuando está en toda su animación el flamenquito de todos los años, alguien pregunta al dueño de la casa:

—Oye, ¿quién es éste que canta tan bien por Huelva?

—No tengo ni idea... ¿Pero no venía contigo?

—No, yo creía que era invitado vuestro. Como me ha dicho que va a dormir en la otra litera de mi cuarto, porque la dueña de la casa le ha dicho que se quede aquí si no tiene dónde parar en el Rocío.

—¡Esta Carmela! Con la de Rocíos que lleva, ¿no va a acabar esta mujer de aprender que no hay nada más peligroso que darle cuartellillo a un Gorrón de Rocío? Mira que se lo tengo dicho... ¡Pues nada, otro Gorrón que se nos ha colado porque le daba lástima el pobrecito!

Lo malo no es eso, sino que ya han quedado para que no deje de ir el año que viene a la casa de Águila Imperial número 245. Por eso, queridos alumnos, no quería explicar antes esta lección, para no fastidiar a los Gorrones el ya finiquitado y los venideros Rocíos. ¡Vivan los que viven de la Blanca Paloma!

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