ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Se llama Salvador Valverde

SE llamaba Salvador Valverde López-Bailly. Nació en Buenos Aires, en 1895, hijo de un cordobés de Puente Genil que emigró para hacer las Américas. Murió en el exilio, también en Buenos Aires, en 1975. Pero fue sevillano de voluntad y de alma. Escribió la letra de «Ojos verdes» y de «María de la O», entre cientos de canciones. Triunfó en Madrid, pasó la guerra civil en Barcelona, y cuando los nacionales tomaron Cataluña, cruzó a pie la frontera y fue a parar a París. Antes que los alemanes tomaran la capital francesa, se embarcó con su familia en el vapor «Massilia» rumbo a Buenos Aires. Se estableció en la Argentina, mas siempre pensando volver a España. Esperando. Espera demasiado larga. Murió en 1975, tres meses antes que Franco. Nunca volvió. A pesar de haber realizado una notable carrera como poeta, periodista, autor de novelas cortas, comediógrafo, guionista y letrista de las canciones de mayor éxito de los años 30, integrando el trío Valverde, León y Quiroga, en su propia tierra apenas se le conoce y mucho menos se le recuerda, condenado a la muerte civil del olvido, proscrito su nombre cuando por la radio de cretona sonaban sus coplas y el «Valverde, León y Quiroga» de la autoría quedaba, censurado, en «León y Quiroga».

Hoy que Sevilla, por fin, tiene un detalle con el olvidado poeta que con Rafael de León escribió para Raquel Meller «Bajo los puentes del Sena», debe recordarse al Valverde de «Ojos verdes», de «María de la O», de «Triniá», de «Ay, Maricruz», de «Doña Sol», de las «Sevillanas del Espartero» y de muchas otras canciones que aún canta toda España. El éxito de «María de la O» fue tal que Valverde y León la convirtieron en una comedia que varias compañías llegaron a representar al mismo tiempo por toda España. Y luego, en 1936, escribieron el guión para la película homónima, que protagonizó Carmen Amaya con Pastora Imperio.

Salvador Valverde nació en Buenos Aires, hijo de un emigrante que se volvió a Málaga por problemas de salud, y que murió al poco tiempo. Al quedarse huérfano de padre y madre con 7 años, Valverde se viene a Sevilla a vivir con un tío, empleado de Banca, criándose aquí y haciéndose poeta y letrista. Vivió en la calle Feria y en la Plaza de los Terceros. A los 19 años ya ganó unos importantes juegos florales de Huelva, publicó su primera novela corta y se hizo redactor del diario «La Unión», donde llegó a secretario de redacción. Y empezó su colaboración con un excepcional músico sevillano: Manuel Font de Anta. Sí, el autor de la marcha «Amargura», que sufre las amarguras de que su obra digamos civil haya sido olvidada. Pues hay un Font de Anta autor de pasodobles, canciones y zarzuelas al que han enterrado las notas de su marcha procesional. Es el Font de Anta del pasodoble taurino «Que salga el toro», que recuperó Pepín Tristán y algunas veces toca en la plaza la Banda de Tejera. Con música de Font de Anta, Valverde escribió en 1921 una canción que es toda una hermosísima balada triste de la vida cotidiana en la Sevilla de los corrales: «La Cruz de Mayo». «La Cruz de Mayo» es un verdadero himno a Sevilla. La habrán oído cien veces, nostalgia de un tiempo perdido: «Cruz de mayo sevillana,/cruz de mayo que en mi patio levanté, /quién pudiera verte ahora/como la primera vez». Una canción que suena a amores surgidos cuando la Exposición del 29 y rotos por la tragedia de la guerra. Casi una novela hecha canción, con un fondo de mantones de Manila y de un pianillo triste en un patio al que el amante, como el poeta que escribió esta tristeza, nunca más ha de regresar...

Luego, establecido en Madrid, vino la triunfal colaboración con el poeta Rafael de León y con el maestro Quiroga, trabajo que rompió la guerra, que le sorprendió con su colaborador en Barcelona. Allí a Rafael de León lo meten en la cárcel y Valverde se hace dirigente del Sindicato de Artistas de la UGT. Quedaban sus «Ojos verdes» rotos como la pareja de poetas colaboradores, como España toda. En un bando, Miguel de Molina cantaba «Ojos verdes». En el otro, Concha Piquer, a la que el Movimiento había pillado en Sevilla, le ponía a «Ojos verdes» el quejío flamenco que había aprendido en las noches de la venta del Charcolapava. «Ojos verdes» con brillo de faca fratricida. Hoy Sevilla recuerda a Salvador Valverde. Hoy ni es canción ni se llama copla: hoy se llama Salvador Valverde.

 

SOBRE SALVADOR VALVERDE Y SUS CANCIONES, EN EL RECUADRO:

           Mi Trini, ay, mi Triniá
 

 

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