ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Mi artículo sobre la mariscada

Gambas como saxofones, que decía el periodista Ramón Resa. Cigalas como vagones del Ave, que digo yo. Ostras como pilas bautismales. Angulas como los ensortijados rizos del caracani Rafael Velasco, el Romeo de Palma del Río que dimitió por amor. ¿Qué nos falta de la carta de Mariscos Emilio, pero no el popular de López de Gomara, sino el refinado de la Plaza de Cuba, donde van los señoritos engominados de nudo de corbata como sillín de Vespa? Ah, nos faltan bogavantes como submarinos nucleares. Y aunque sé que se van a escribir cientos de artículos y miles de cartas al director, no le falta a usted, querido lector, mi recuadro sobre la mariscada de Torrijos, que sé lo estaba esperando. Nunca me gusta defraudar a la parroquia. Y con este tío, menos.
Mientras escribo estos renglones tengo abierta la pantalla de Internet. Y en la edición digital de un diario nada sospechoso de desafecto al régimen como «El Correo de Andalucía» que dirige mi querido paisano gaditano Antonio Hernández-Rodicio vienen en primera página, enchampeladas, dos fotografías que frente a frente te dan el artículo hecho: la foto del comunista Marcelino Camacho, que la ha palmado, y la foto del comunista Torrijos poniéndose nazareno y oro en la mariscada de Bruselas. ¿Qué está pasando en España, que aquellos austeros comunistas que fueron casi los únicos que le plantaron cara a la dictadura y pagaron con la cárcel su lucha por la li-bertad de todos, como Marcelino Camacho, han devenido en estos apoltronados jerarcas del Movimiento Progresista que se pegan las grandes mariscadas, exactamente igual que los concejales del franquismo que querían derribar se las pegaban en la caseta municipal cuando Soto, Saborido y Camacho estaban en la clandestinidad? ¿Cuántas mariscadas se metió el pobre de Mar-celino Camacho para el chaleco de cuello vuelto? No me indigna Torrijos, me da pena la memoria de aquellos comunistas tan sobrios que conocí y junto a los que, desde CP y desde la Junta Democrática, hice lo que debía para que recobráramos las libertades que finalmente nos trajo el Rey. Si viviera en Dos Hermanas el casi espartano Manuel Benítez Rufo, ¿qué diría al ver a un camarada con semejante mariscada por delante? Y la realidad sigue escribiendo sola mi artículo. Desde lo alto de esta pirámide de cigalas, 4,5 millones de parados te contemplan, picha, mientras 800.000 compatriotas viven estrictamente de la caridad: de Cáritas.
Y me acuerdo del dibujo del coriano republicano de derechas Andrés Martínez de León, que le hizo decir a su personaje Oselito cuando en el Frente Popular le pidieron que se apuntara al PCE: «¿Cómo me voy a apuntar yo a un partido que tiene por escudo herramientas de trabajar, una hoz y un martillo? Si por lo menos tuviera una butaca y un langostino...» Torrijos ha hecho verdad el sueño de Oselito. En cuanto al langostino, ahí tienen esa foto, que es como el cuadro historicista de Antonio Gisbert: «El fusilamiento (político) de Torrijos». En cuanto a la butaca, ahí tienen los 4.000 euros que nos hemos gastado todos los sevillanos en tapizarle su despacho con telas de Gastón y Daniela, menuda butaca. Torrijos ha pasado de la hoz y el martillo al langostino de Bruselas y la butaca de Gastón y Daniela.
Ya que están de moda la facturas sombra, yo pediría sencillamente la factura sombra de lo que nos ha costado la mariscada y el viaje a Bruselas de este comunista verborreico. ¡Con la que le liaron al pobre Pepe Borbolla porque peló dos langostinos congelados en el Bateau Mouche de París!

 

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