ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Apaga y vámonos

Dicen que son el progreso, la modernidad, el futuro, pero, hijo, cada pasito que dan es un retroceso al pasado de los años de la dictadura. Yo he dicho muchas veces que las medidas que han tomado para la Ciudad de la Gentuza me devuelven a mi niñez. Yo crecí (poquito, porque soy cortete) en una Sevilla de tranvías y bicicletas. Como ahora. Lo que pasa es que aquel tranvía era siete mil millones de veces más útil y práctico que el de ahora. Podías ir en tranvía a cualquier parte de Sevilla: por toda la Ronda, a Heliópolis, a Nervión, al Cerro del Águila... Estos tíos cuidan al Cerro del Águila como la niña de sus ojos, ¿no? Bueno, pues con todo lo que miman al Cerro, no han conseguido devolverle el esplendor de gloria de otros días: su tranvía, el 12, que llegaba hasta la Casa Lonja. Aquel tranvía que quitaron por las mismas razones que lo han vuelto a poner, por la jodida modernidad, era realmente un medio de transporte y no un despilfarro. Incluso un precedente del Metro, sin tanto cuento. El tranvía era en realidad un metro ligero que llegaba hasta Camas y La Pañoleta y hasta San Juan de Aznalfarache, Gelves, Coria y La Puebla.

Y las bicicletas. La gente iba al trabajo en bicicleta porque no tenía más remedio, porque nadie soñaba en tener un coche. Por eso me devuelve a mi niñez esta Sevilla que quieren llenar otra vez de bicicletas, que para mí son un mal recuerdo de los años oscuros del hambre, las riadas, los corrales, la tuberculosis y mi tía María oyendo a escondidas Radio París, a ver si volvía la Monarquía.

Y las restricciones de luz. No contentos con reducir la velocidad máxima de los coches a 110 por hora...

—¿Y por qué siguen fabricando coches que cada vez corren más y con motores más potentes, si luego no podemos ir a más de 110?

Eso digo yo. Las restricciones de velocidad, y las de electricidad. Otra vuelta a mi niñez, cuando había restricciones de luz, que la cortaban a las 11 de la mañana y no la volvían a dar hasta las 7 de la tarde, y las vecinas se preguntaban en los corrales:

—Carmelita, ¿ha vuelto ya el fluido?

La luz que cortaban era el fluido. Ahora no la cortan (de momento), pero quieren apagarla en las calles y en las carreteras. Y verás tú cómo dentro de nada estos tíos que lo prohíben todo, que lo fiscalizan todo y que nos quieren organizar la vida, prohíben a los comerciantes que enciendan las luces de los escaparates. Como todo viene tarde y mal, querrán hacer como en Londres cuando la crisis del petróleo de 1973, que daba pena pasar por Oxford Street con todos los escaparates apagados. Y como se envalentonen, ponen de nuevo en marcha las restricciones de luz. Al ministro que quiso acabar con la crisis repartiendo gratis una bombilla de bajo consumo por cada hogar puede ocurrírsele cualquier chuminada. Como antier decía muy acertadamente Ignacio Camacho, «el Gobierno ha entrado en estado de ocurrencia y puede suceder cualquier cosa».

Aunque pensándolo bien y visto por otro lado, por la parte estética, ojalá venga pronto eso del apagón obligatorio de las calles. Algo bueno tendrá cuando llegue la Semana Santa. Qué maravilla, ver las cofradías con las calles apagadas, a la luz de la cera. Puede ser una de las últimas voluntades del PSOE en el poder: «Apaga y vámonos». Pues por mí, que se vayan.

Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio