ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Santiago Montoto, sin calle

Concedamos que Sevilla es una mujer. Y aceptemos la norma de los viejos tratados de urbanidad: las señoras no tienen espalda. Por eso Sevilla, tan señora, se permite el lujo de vivir de espaldas al río que le dio su grandeza y su riqueza tras el Descubrimiento y Conquista. Pero el río no protesta. Está acostumbrado. Sevilla le dio la espalda siempre. Sevilla sólo se acuerda del río cuando es Triana y cuando es Velá de Santa Ana. A las orillas del río van los que corren con el chándal para mantenerse en forma o los turistas, para coger los barcos de paseo o los autobuses de dos pisos descapotados que paran en la Torre del Oro. El río es la pista para los remeros del Náutico y del Mercantil. Pero al sevillano del común no le dice nada el río. Ni lo mira siquiera cuando cruza a pie el puente de San Telmo para ir a Los Remedios o el de Isabel II para ir a Triana.
Suprimido el tapón de Chapina, pusieron como un parque la orilla aguas arriba de Triana, y nada. Frente, hicieron el Paseo de La O, y nada. Ahora se están gastando una millonada en la ordenación (o vaya usted a saber qué) de la más romántica orilla del río, la que cae frente por frente al Palacio que fue antes de los Montpensier y ahora de uno que quiere que le digan Pepe, como si en vez de presidente de la Junta fuera el fino de González Byass. Y cuando esa millonada esté gastada, verá usted cómo tampoco se asoma Sevilla al río.
Lo digo por lo ocurrido con el llamado Puerto Delicias, vano intento de convertir en un Puerto Banús lo que fue el antiguo muelle, con sus tinglados, sus barcos de Ybarra o de Filomeno de Aspe, y sus estibadores, los que mandaba un capataz que se llamaba Alfonso Borrero y que al llegar la primavera los divinizaba como costaleros. No he podido saber el dineral que nos ha tenido que costar Puerto Delicias y su enorme aparcamiento subterráneo sin un alma que mira tú dónde lo han ido a poner, con la faltita que haría en el centro. Ha tenido que ser una millonada. Que en cuestión de río, rima con para nada. Dos restaurantes semivacíos; unas calzadas enormes sin un solo paseante; un muelle desierto, salvo las periódicas visitas del enigmático crucero "Belle de Cadix", del que nunca nadie ha visto bajarse a un solo turista...y pare usted de contar. Puerto Delicias, deliciosamente inútil.
Y en Puerto Delicias han borrado de un plumazo la memoria de don Santiago Montoto de Sedas (1890-1973), el gran historiador de Sevilla, articulista de ABC, comentarista radiofónico de la BBC o del programa "Sevilla en la Historia y la leyenda" que desde Radio Sevilla enseñó a tantos a amar a la ciudad. Montoto escribió libros fundamentales como "Las calles de Sevilla", "Sevilla en el Imperio", "Cofradías sevillanas", "Esquinas y conventos de Sevilla" o una impagable "Nueva Guía de Sevilla" editada cuando la Exposición del 29 por la Comisaría Regia de Turismo y que por estar encuadernada en tela de ese color su autor llamaba cariñosamente "La Coloradita". A su muerte, el Ayuntamiento le dedicó en 1974 la calle que iba de la Glorieta de los Marineros Voluntarios a la avenida de Moliní, a espaldas del Pabellón de Argentina. Esa calle ha desaparecido como tal con la ordenación de Puerto Delicias y no han sido ni para ponerle a aquello "Paseo de Santiago Montoto", tal como se llamaba y se sigue llamando oficialmente. Porque llama usted al 010, pregunta, y le dicen que la calle Santiago Montoto va de Marineros Voluntarios a Moliní. Pero busque usted el rótulo...y la calle. Ay, si en vez de Santiago Montoto la calle se llega a llamar Pilar Bardem, enseguía se atreven a borrarla de un plumazo...

 

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