ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Plaza de los Toros

Esto ya no tiene remedio. Cada vez está más extendido el tópico de llamar «la Maestranza» a la que siempre fue y debe seguir siendo «Plaza de los Toros», como la rotulaba el azulejo de la ordenación urbanística de Olavide que estaba en la Puerta del Príncipe. Así, como decía ese azulejo, «la plaza de los toros», es como siempre hemos llamado los sevillanos al coso del Arenal. Y así pone en decimonónicas letras de bronce, sobre las cadenas de fuero, en su puerta: «Plaza de Toros». Así se encabezaban los viejos carteles de la Imprenta Acuña o de la Imprenta Raimundo. En vez de «Toros en Sevilla», como ahora, decían en grandes letras: «Plaza de Toros de Sevilla». Y debajo, en cuerpo menor: «Propiedad de la Real Maestranza de Caballería». Los revisteros hablaban del coso del Arenal; los poetas, del Baratillo. Dentro de la plaza, la Maestranza era, y sigue siendo, sólo el palco donde los caballeros del Real Cuerpo ven de válvula los toros, por el supremo principio de que en Sevilla, si no vas de balde a los toros, no eres nadie. En Madrid a la plaza de Las Ventas nadie la llama «Plaza de la Comunidad de Madrid», que es su propietaria, y mucho menos habla de «los pañuelos verdes comunitarios», como aquí de ese espanto del «silencio maestrante» en vez de «silencio sevillano» o «silencio del Arenal», porque las campanas de la Giralda que lo rompen no sólo se oyen en el balconcillo y sombra alta de la corporación propietaria, sino en toda «la plazalostoros» o «la plazatoros».

Ya todo es Maestranza para arriba y Maestranza para abajo. Que las folklóricas pronunciaban «Majestranza», por etimología popular con Majestad. Ha cundido este mote, pasodoble del paseíllo incluido, para algo tan importante como la Plaza de Sevilla. Con olvido de la propia Sevilla. Se da más importancia a la parte que al todo, a la Real Maestranza de Caballería que vive del canon del pisoplaza que a la propia Sevilla. Puestos así, de milagro no le dicen «la plaza de Canorea» y hablan del «silencio canorense» como ahora del impropio «silencio maestrante». Los maestrantes no guardan silencio alguno: los caseros de Canorea se pasan la corrida de charlita, que yo los he endiquelado allí arriba en su palco, raja que te raja. Los que guardan silencio de verdad son los sevillanos. De «silencio maestrante», nada: ¡silencio de Sevilla! El mismo Silencio que se hace divino en la calle Francos cada Madrugada de la primera luna grande de la primavera.

Salvo Andrés Amorós, Manuel Grosso y Álvaro Pastor Torres, vamos, cuatro gatos, casi nadie defiende para la Plaza de los Toros el usurpado nombre de Sevilla. Claro, la Maestranza es donde se indultan toros de vuelta al ruedo; la plaza de toros de Sevilla, donde se aplauden en el arrastre toros de vuelta al ruedo. La Maestranza es donde sacan a dar la vuelta al ruedo a los ganaderos; la plaza de toros de Sevilla, donde la dan los mayorales. La Maestranza es donde se desmonteran los banderilleros sin causa justificada; la plaza de toros de Sevilla, donde se le toca la música a un quite. La Maestranza es donde se dan orejas tras un pinchazo; la plaza de toros de Sevilla, donde no ha desaparecido la vuelta al ruedo como trofeo. La Maestranza es donde se grita «¡torero!» a los que triunfan; la plaza de toros de Sevilla es la que saca a los toreros a hombros hasta el hotel o los lleva así hasta Triana, ¿verdad, Emilio Muñoz?, en vez de meterlos a trompicones y de mala manera en la furgoneta del cochecuadrillas.

Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio