En Sevilla nos estamos acostumbrando a las barbaridades, las contradicciones, los sinsentidos. Hay en el nuevo gobierno de Sevilla una contradicción suprema que a la gente le parece lo más normal, incluso al alcalde y a sus concejales. A mí me parece un contradiós y una aberración. Los que anteriormente gobernaban el Ayuntamiento sin haber sido siquiera la lista más votada, ejerciendo el poder gracias al pacto social-comunista de perdedores, hacían lo que les daba la gana, sin consensuar con la oposición, despreciando a la opinión pública. Y la gente tragaba. En cambio ahora, Zoido, para cambiar un semáforo, lo tiene que consensuar con la oposición y medirlo mucho ante la prensa, no se la vayan a liar. A los nuevos alcaldes se le concedieron siempre 100 días de gracia, ¿no? Bueno, pues a Zoido no le han dado ni 100 horas. ¡La que le liaron porque dijo que pensaba quitarle la calle a la madre del niño de Pilar Bardem! ¡La que le están liando ahora por Ikea! Lo de Ikea se lo están liando los mismos que cuando los suyos estaban en el poder hicieron del PGOU su taquilla de peaje. Los mismos que autorizaron las Setas. Para las Setas sí se puede limpiar uno en las cortinas del PGOU; para la inversión y puestos de trabajo de Ikea, no. A Zoido le forman la garata por lo de Ikea los mismos que autorizaron la Torre Pelli, el caprichito derrochón y sobre todo anticuado y cateto de su correligionario Pulido, el virrey sevillano de Cajasol, a quien no ha elegido nadie en las urnas, sólo el dedo del PSOE.

O lo del gasto. Los que derrocharon millonadas en estrechar calles, en quitar aparcamientos, en vedar el centro, en desfigurar Sevilla, en cargarse La Alameda y en colocar paniaguados del partido, dicen ahora que Zoido ha recortado poco en gastos de personal de confianza. ¡Tequiyá con el cuento del envergue! ¡No la tenéis apretá ni ná!

Aquí se hacía lo que decía el Tío de la Mariscada, que tenía entonces 25.772 votos, y no passssaba nada. Y en cambio Zoido, con 166.040 votos, mayoría absoluta y 20 concejales, tiene que estar mirándole la cara, si la pone mala o buena, al uno con 99.168 votos (Espadas) y al otro con 24.066 (el de Mariscos Emilio).

La Torre Pelli es el símbolo supremo de todas estas contradicciones. El de Romerijo, con 24.066 votos, dice que piensa parar lo de Ikea en los tribunales. Y en cambio Zoido, con los dichos 166.040 votos, su mayoría absoluta y sus 20 concejales, no puede parar la Torre Pelli, el caprichito de un Pulido con quien, además, Monteseirín pactó regalarle dos parcelas 48 horas antes de irse. ¿Contra eso no dice nada la actual oposición? Pues nada, para que Zoido haga lo que queremos la inmensa mayoría de los sevillanos, que es parar, tumbar y derribar la Torre Pelli, aquí estamos pendientes...¡de la Unesco! De lo que digan unos tíos que están en París, unos politiquillos del Tercer Mundo apalancados en esa mamela, tan trincones como los que dicen dónde han de celebrarse las Olimpiadas. ¿Quién es la Unesco para decidir la belleza del horizonte urbano de Sevilla? ¿Qué sabe la Unesco de Sevilla? Dicen que la Torre Pelli la debe parar la Unesco. ¿Por qué la Unesco y no Zoido? ¿Por qué va a tener más poder con la Torre Pelli la Unesco que Zoido, si la Unesco no sacó aquí ni 166.040 votos, ni 20 concejales, ni mayoría absoluta, ni nada?