ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Delendus est Senatus

COMO marca la tabla y para no ir con el paso cambiado, yo pensaba escribir hoy un artículo sobre el X aniversario del 11-S. Como está mandado. Me iba a salir bien lindo. La idea axial era que las noticias que cambian el mundo son las que, por mucho tiempo que pase, recordamos perfectamente dónde estábamos y qué hacíamos cuando las supimos. Usted recuerda perfectamente dónde estaba y qué hacía cuando le dieron la noticia de que habían estallado unas bombas en unos trenes en Atocha. Como, si tiene edad, recuerda perfectamente cuándo se enteró que habían asesinado a Kennedy en Dallas. El atentado contra las Torres Gemelas tiene esa dimensión histórica en el recuerdo. Usted se acuerda perfectamente dónde estaba, con quién y qué hacía cuando le dijeron que pusiera la tele, que un avión había chocado contra el World Trade Center. Como me imagino que los españoles del XV recordarían perfectamente cuándo y dónde les dijeron que Colón había descubierto América o los del XX, que el Ejército de África se había sublevado.

Pero renuncio a escribir ese artículo sobre la triste festividad del día porque se me ha cruzado la publicación de la renta y el patrimonio de los padres de la patria, que, vamos, descalcitos están los pobres, qué lástima de hijos... Ya quisieran muchos votantes de derechas tener en su cuenta corriente la mitad del dinero calentito que tiene el muy izquierdista señor Llamazares. Vamos, que como se entere la Merkel del dinero que tiene apalancado el rojo Llamazares, es capaz de pedirle que vaya él solito a rescatar a Grecia. Y nada digo del dinero de los senadores. Eso debe de darlo el Senado. En el Senado, cuando la Restauración, se sentaban los primeros contribuyentes de cada provincia, ricos por su casa. La vida sigue igual. En el Senado, el que no tiene un coche de alta gama tiene siete pisos, dos yates y un paquete de acciones de Telefónica que ni el de Alierta.

Por eso, porque tenemos unos senadores que nadan en la abundancia y que no se van a quedar a dormir bajo el puente si los mandamos a su casa, habría que suprimir inmediatamente el Senado en esta España del recorte, que está entre las rebajas del Out Let de los presupuestos y la Dieta Dukan de la reducción del déficit. ¿Para qué hacer un Fáctory para liquidar las Diputaciones, que al menos sirven para mantener a los peones camineros de las carreteras de los pueblos, teniendo ahí esa máquina de tirar el dinero inútilmente que es el Senado? ¿Para qué sirve el Senado? ¿Qué beneficios reporta al bienestar de los españoles y a su prosperidad que unos señores adinerados que no conoce nadie ni en su propia circunscripción cobren sueldos y dietas para representarnos nadie sabe en qué ni para qué? ¿Cámara de segunda lectura? ¡Será de lectura del «Marca» y de hacer el crucigrama! Ya que han tocado la Constitución para poner coto al endeudamiento, ¿por qué no han aprovechado la collada y han suprimido el Senado con todas sus castas, privilegiadas castas? Tenían que haberlo hecho del mismo modo, de un plumazo, sin referéndum ni nada, si se trataba de ahorrar. ¿Cuánto nos ahorraríamos suprimiendo el inútil Senado? Nada más que en derroches de pinganillos de traducción, para que el charnego Montilla presuma de chamullar catalán y lo entienda el ceutí Chaves, imagínese usted lo que ahorraríamos. De su inutilidad, haga la siguiente prueba del 9: ¿usted sabe quiénes son senadores por su provincia? ¿A que no? Cuando se trata de suprimir coches oficiales, alguien dice: ¿Y vamos mandar a los chóferes al paro? Con el Senado no hay ese problema moral. Acaban de demostrar que esos parásitos sociales denominados senadores están todos forretas.

 

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