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TODO el mundo aplaude a Rita Barberá, la alcaldesa del PP de Valencia, porque que en vista de cómo está el patio ha decidido suspender la Mostra de Cine, cuya 39ª edición se debía celebrar entre el 23 y el 31 de marzo. Los valencianos tendrán que pasar sin los homenajes a Sigourney Weaver y Richard Donner, que tienen muchísimo que ver con aquella ciudad (¡por aquí!); sin el encuentro con Nacho Vigalondo y sin el ciclo de música de cine. A cambio, Valencia se ahorrará 1,7 millones de euros, que son 282 millones de pesetas.
En cambio en Sevilla, a pesar de que Zoido dice que no hay un duro en las arcas municipales y que a punto ha estado Sevillana de cortarnos la luz de semáforos y farolas por falta de pago, no se suspende un más que discutible y bastante innecesario Festival de Cine Europeo, que habrá de celebrarse entre el 4 y el 11 de noviembre. La verdad es que el Ayuntamiento ha recortado bastante los gastos de este absurdo Festival. Ha eliminado los destinados a cócteles y fiestas, de modo que será un festival a palo seco, sin mangones de copas ni curraores de canapés. También han bajado la dotación de los premios; por ejemplo, al Giraldillo de Oro, en lugar de 45.000 euros, le apoquinan 40.000. Con lo que en vez de 1.713.039 euros que costó el año pasado el Festival dichoso, este año «sólo» nos costará 1.195.344 euros. Que son casi 200 millones de pesetas en la ciudad sin un duro.
Y digo yo: tal como están las cosas, ¿por qué le tenemos que dar 40.000 euros de nuestros impuestos municipales a un progre (probablemente de la ceja) que se cree un genio y que sube al escenario del Lope de Vega perdonándonos la vida, con una camiseta negra sudada, junto a unos actores con tales pintas que parecen los sospechosos de una rueda de reconocimiento, en un festival que por mucha alfombra roja que tiendan y por muchos esmóquines que alquilen algunos para pintar la mona, no tiene ni el menor interés, ni repercusión, ni el menor efecto sobre la economía sevillana, excepción hecha naturalmente de Robles y Anselma, los dos sitios donde obligatoriamente van todos estos gañotes que vienen a Sevilla convidados a Ave y a hotel? ¿Tiene Sevilla posición para pagar un Festival de Cine Europeo? ¿De verdad que activa mucho la economía ese Festival que le interesa muchísimo... a los traficantes de influencias que viven del rollo de las pelis?
Miren ustedes: ya está bien de Jolivuditos. Ya está bien de que cada capital de provincia haya de tener una estación de Ave, una universidad (o dos), una ciudad deportiva, un centro de las ciencias y las artes, un museo de arte contemporáneo, un palacio de congresos y un festival de cine. Si ya hay un festival de cine en Huelva, y quizá más acreditado que el de Sevilla, y otro en Málaga, y hasta una Muestra Cinematográfica del Atlántico en Cádiz, ¿para qué un Festival de Cine de Sevilla, salvo para que los que viven del cuento fílmico jueguen a las casitas de Jólivu, con su alfombra roja, sus estatuillas y sus mangazos? Lo que es de cine es lo sucia que está Sevilla y lo guarros que somos los sevillanos, y no hay festival. Lo que es de cine es lo que tardan en llegar los autobuses municipales, y no hay festival. Lo que es de cine es el retraso que lleva la construcción de las líneas del Metro, y no hay festival. Lo que es de cine es la falta de aparcamientos subterráneos en el centro, y no hay festival. ¿Y nos vamos a gastar 200 millones de pesetas en un Jolivudito que inventaron Monteseirín, Torrijos & Asociados? ¿Es que con 20 concejales, 20, no se le puede pegar un cerrojazo al Festival de Cine de Sevilla, como ha hecho Rita Barberá con la Mostra de Valencia?
