ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Media Sevilla

SIGAMOS con el Sistema Métrico Sevillano, en el que el otro día propusimos la Media Papa como proporción áurea del consumo etílico, la cantidad que puede llevarse con toda dignidad y simpatía. La mitad, por barroca, por oposición de duales, es muy sevillana. La mitad, el medio, la media, es como un marchamo de sevillanía. Como esas armas chicas del NO8DO que están troqueladas en los carísimos marmolillos, vulgo bolardos, de negro metal que ponen para que no aparquen los coches, pero que de momento sirven para que te des con ellos en toda la rodilla y te la eches abajo.
Mitad del cuarto o cuarto y mitad son las proporciones áureas de adobo o de chocos que hay que comprar en la freiduría para tomárselo con tinto o espumosa fresquita en un bar cercano donde no tengan puesto el inquisitorial «Se prohíbe traer comidas de la calle». Y como cada día es más difícil tomarse en un bar el papelón de la pescadería, las sevillanas mitades que pedimos para llevar a casa son «medio de pescada y otro medio de calamares».
En la Feria, toda la vida de Dios, no se han tomado botellas de fino o manzanilla, sino medias botellas. La media botella es la exacta proporción para la convidá en la caseta: «Ponnos otra media de La Gitana».Como para el desayuno es la media el empapante clásico para no tomarse un simple café bebío. En sus distintas variedades: media con aceite, media con manteca colorá, media con mantequilla, media con mermelada. Y en sus dos variantes, fundamentales, de dos distintas observancias y ritos: media de arriba o media de abajo. Por supuesto que no hay que decir «media tostada»: sólo media. Se da por supuesto en el bar que a esa hora de las nueve y media o las diez y media no hay otra media que la media tostada.
La mitad, la barroca mitad del sistema de oposición de duales, sirve también para aforar la estulticia. No es lo mismo un tío que está «medio acarajotao» que un carajote total, y no digamos que un tonto del carajo. Y sirve la sevillanísima mitad, este hemisférico patrón universal de medida, para aforar nuestro sentido del desprecio: «Ese tío no tiene ni media guantá». No ya una guantá entera: ni media, Silencio en el desprecio de Herodes. ¿Habrá mayor precisión? Bueno, sí, la de la medida de la parguelez: «Ese tío es medio maricón».
Aquí no somos amigos de pagar a escote, esas costumbres las dejamos para los catalanes. Pero en caso del prorrateo de un pago entre dos, hay siempre quien lo impone con una fórmula que yo creo que es del Derecho Romano Sevillano: «La mitad es medio».
Pero donde es un problema esta medida barroca de la mitad es cuando se aplica a la propia Sevilla. Cuando alguien quiere presumir de lo bien que estuvo anoche el acto al que lo invitaron y de la gente tan importante que había, dice siempre: «Estaba allí media Sevilla». ¿De verdad? ¿En qué local caben 350.000 personas, Dios mío de mi alma, que eso es media Sevilla exactamente? Todo el mundo cree que «su» Sevilla es por lo menos media ciudad. Que encima vale por toda entera. ¿Cuántas medias Sevillas, pues, hay en Sevilla? A las 8 de la tarde de cada día, ¿cuántas medias Sevilla se reúnen en siete mil actos distintos, para alabanza y gloria de su nombre y para bien de pintar la mona, que hasta Niebla, que es un sol, nos saca retratados? Hay que inventar el Sevillómetro. Así, cuando nos digan que «estaba allí media Sevilla» podremos comprobar que nanai: que era simplemente una colección lamentable de señoritos de medio pelo, de pergaminos, de tiesos y de huelemierdas. El sevillano medio nunca se arroga la exclusiva de ser Media Sevilla.

 

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