COMO cuando salen las notas de la Selectividad y el corte para entrar en Medicina, ya están aqu ílas listas electorales. Hay quien muere y quien mata por entrar en ellas. En puestos de salir, claro. Los puestos de salir son como las primeras filas de barrera en la plaza electoral. Hay quien está abonado a una buena barrera desde hace muchas legislaturas, modelo Alfonso Guerra, y siempre sale. Y quien se creía que iba a salir yendo el número 6 y resulta que hasta el que iba de 4 se quedó fuera. Yen todas las listas, mujeres. Venga a presumir de quién lleva más señoras de número 1. Vengan cuotas. Vengan listas cremallera: chico-chica, chico-chica. ¡Marchando una de feminismo electoral militante!
A casi un mes de las elecciones, repaso la lista de las señoras que el PP lleva en las listas, a la impresionante nómina de señoras conservadoras o liberales que están en la política patria, y llego a la conclusión de que en el PP ellas son mucho mejores que ellos, sin tanto presumir de feminismo ni gaitas. De señores solos no se puede formar una alineación de capacidad, efectividad, seriedad, preparación, incluso de atractivo personal como la que se monta con las señoras del PP, dónde va a parar, hombre, por Dios.
Por decirlo en las dos palabras doctorales de Jesulín de Ubrique: es im-presionante esta relación, donde la que no es abogada del Estado es registradora de la Propiedad, y donde la que no es técnico de la Administración por oposición es catedrática. ¡Vamos, la biografía de estas señoras es igualita que el curriculum de la becaria Bibiana Aído o el de Leire Pajín!
El tirón que les falta a muchos dirigentes del PP, babosones, berrendos en bobalicón algunos, con pinta de bizcochables otros, pesados y plastas los más, es el que les sobra a estas señoras del partido, a las que se las ve resueltas, decididas, seguras de sí mismas, tan austeras y buenas gobernantas como un ama de casa cortita de sueldo. En los años de locuras y vilezas del gobierno de ZP ellas han dado la cara mucho mejor que ellos y nos han hecho albergar más esperanzas. Esperanza Aguirre o Esperanza Oña, sin ir más lejos. Por no hablar de la resolución de Rita Barberá, o de la firmeza de María Dolores de Cospedal para ser la primera que levantó las alfombras del despilfarro, que lo de Castilla-La Mancha no va a ser nada para cuando Soraya Sáenz de Santamaría sea lo que tiene que ser en el gobierno de Rajoy y levante la Real Fábrica de Tapices de la Moncloa. ¡Lo que tiene que haber debajo de esas alfombras de La Moncloa, ahí se van a encontrar hasta peleas de perros y bous al carrer!
No quiero que se me olvide ninguna de estas señoras impresionantes del PP, pero debo recordar que Teófila Martínez ha resistido en Cádiz los embates del PSOE y de la Junta como la Cuna de la Libertad resistió el asedio de Napoleón, y se ha hecho tirabuzones de mayorías absolutas con las bombas quel e tiraban los fanfarrones. Por no hablar de Alicia Sánchez Camacho encerrada sola, en plan Ángel Cristo, en la jaula de los leones de Cataluña. O por no hablar de Luisa Fernanda Rudi, nueva Agustina en el Aragón donde se acabaron los cañonazos de despilfarros, o de AnaMato, que se me antoja como la sección femenina de Adriá y de Arzak, en una sola pieza, en los fogones del electoral Genova Culinary Center.
Aunque quizá se me olvide alguna, dejo fuera intencionadamente a Celia Villalobos. Su merdelloneo es intercambiable conlas tías del PSOE. Celia Villalobos no es una de estas impresionantes señoras del PP. Es la señora de Pedro Arriola. Que es una cosa muy distinta.