ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


¿Y Santa Catalina?

NO sé si han pasado recientemente por la iglesia de Santa Catalina. El templo mudéjar del siglo XIV anda en un estado de abandono que hace temer lo peor. Las desidias que en Sevilla se eternizan. Lo que le ocurrió a las llamadas «instalaciones provisionales» del mercado de La Encarnación, que han estado como tal solución efímera... desde 1973 hasta 2011. Santa Catalina está en ruinas. Desde hace siete años, cerrada al culto. Santa Catalina se hundía. Las cubiertas se calaban como un colador. Menos mal que se hicieron unas obras de emergencia, pues en la salvación de edificios conviene comenzar la casa por el tejado; esto es, poner urgentemente una cubierta nueva, para que por lo menos las goteras no hagan que se derrumbe toda la techumbre. El profesor Francisco Granero, que es como el apóstol de Santa Catalina, el que clama en el desierto de la ciudad para que el templo sea restaurado, ayudado por unos cuantos mirlos blancos de la escasa sociedad civil sevillana, dirigió unas obras de emergencia en las cubiertas, que gracias a Dios ya no se calan con estos temporalazos que desgajan las ramas más grandes de los ficus en la cercana y desfigurada Encarnación.
Así está Santa Catalina, que pasas por allí y te da pena ver el abandono, como en su día estuvieron Santa Marina o Santa Lucía. Con el agravante de que hay una parroquia con su vida alterada por el traslado, y que se lo pregunten, si no, a la Hermandad de Los Caballos de Santa Catalina, vulgo Exaltación. ¿Por qué no se restaura Santa Catalina? Porque no hay dinero. ¿Cuánto dinero? Tres millones de euros. ¿Y quién tiene que poner ese dinero? Pues la Junta, el Arzobispado y el Ayuntamiento. ¿Y por qué no lo ponen? Porque como son instituciones tan educadas y correctas, cada una de ellas, antes de apoquinar, dice a las otras: «No, usted primero, por favor, faltaría más...». Y como ninguna pone primero, porque no están los tiempos como para sacar más rápido que John Wayne en el Oeste, pues Santa Catalina está muerta de risa. Hundiéndose.
La Junta que se harta de tirar el dinero en patochás, chuminás y mamarrachás, no pone su millón de euros: media pringá para los fondos de reptiles que derrocha Griñán. El Ayuntamiento, tampoco. Pero, eso sí, el Ayuntamiento acaba de aprobar el apoquine de 29.000 euros para la segunda parte de la restauración de la fachada de la Casa Consistorial; para eso sí hay dinero, aunque la Casa Grande de San Francisco no esté en ruinas ni cerrada. Y el Arzobispado ha visto como lo más normal del mundo que mientras que la Mitra dice que no hay dinero para Santa Catalina, el Cabildo Catedral haya adjudicado la restauración del retablo del altar mayor por... ¡2 millones de euros! ¿Pero cómo, Dios mío de mi alma, la misma Iglesia Hispalense que dice que está tiesa y no tiene dinero para salvar Santa Catalina se gasta 2 millones de euros en restaurar el retablo mayor de la Catedral, que ni se está hundiendo, ni está cerrado al culto, ni nada de nada?

Es decir, que con lo que los calonges se van a gastar alegremente en una de las salas de su Museo, digo, en el altar mayor de la Catedral, se pagaban las dos terceras partes de lo que cuesta volver a abrir Santa Catalina al culto. Porque los templos, no se olvide, son lugares de oración, de celebración de la misa y de administración de los sacramentos, cosa que parece olvidan muchos profesionales de la Santa Madre Iglesia. Claro, como en Santa Catalina no hay mangás de turistas pagando por entrar ni aquello es un museo donde los sevillanos no pueden entrar a rezar...

 

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