ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Desnuda ante Mahoma

HAGAN la siguiente composición de lugar: una actriz sevillana con muchas ansias de notoriedad y muy poca vergüenza, que va por los platós y las pantallas como una fotocopia borrosa de Penélope Cruz (y cuyo nombre no me da la gana de poner aquí para no hacerle encima publicidad), es contratada para posar como modelo en las fotos del almanaque de un chocolate alemán. Y a los genios que lo diseñan no se les ocurre otra cosa que la muchacha, que ya empezó despelotándose en su primera película, salga en las fotos... ¿cómo creen? ¡Pues desnuda! En cueritatis, pero con algo de tela transparente por encima, con un velo negro como de viuda de copla de la Piquer. Así, con esas veladuras, con ese te veo y no te veo, Mateo, el cestillo del carbón, piensan que la foto es más eroticona. Sicalíptica, que se decía antaño.
¿Y saben dónde se hace la gachí la foto desnuda? Pues en una mezquita, que así tiene más morbo. En la mejor mezquita del Magreb. Allá que está retratada en la mezquita, enseñando sus carnes morenas bajo las veladuras. Y no conforme con eso, se hace además otra foto de suripanta disfrazada de madre de Mahoma, pero igualmente en versión Revistas Colsada, enseñando e insinuando, como aquel catedrático que era tan mal docente que le apodaban El Bikini, porque enseñaba todo, menos lo fundamental.
Hasta aquí, como comprenderán, salvo la desnudez de la gachó, es la ignaciana composición de lugar. ¡Antier se van a atrever los alemanes del almanaque a hacer las fotos de la tía sevillana del cueritatis de Gerena dentro de una mezquita! Se acuerdan de lo que le pasó a Salman Rushdie por meterse con Mahoma y piensan: ¿dónde hacerle a esta tía una foto sicalíptica con morbo religioso, con unos creyentes que traguen? ¡Ya está! En una iglesia. En Sevilla. No, mejor, en un pueblo. Una ermita de pueblo, con una Virgen, así como de estética de Ocaña o del oscarizado director manchego de la cabeza gorda, muy mariquita.
Y allá que se van a Gerena, a la tierra de los adoquines. Donde, en vez de pegarles a la tipa y a los fotógrafos con siete adoquines, siete, de las canteras locales en toda la cabeza, van y les dan facilidades. Y les abren (no se sabe si gratis o trincando) las puertas de la ermita de la Patrona, de Nuestra Señora de la Encarnación. Y hacen las fotos de la tía en cueros, en este tiempo del Todo Vale y en esta tierra del No Passsa Nada. Como está de moda meterse con la Iglesia, esta fulimandú de almanaque llega a más: no sólo se mete «con» la Iglesia y sus principios, sino que se mete «en» la iglesia... desnuda. Eso, sí, de mantilla. Y sale en otra foto disfrazada de Virgen, para mayor escarnio y burla de la religión.

Menos mal que Dios está arriba y monseñor Asenjo aquí abajo, en Palacio. Tenía hasta ahora muy buen concepto del arzobispo. Pero desde el baculazo que le ha pegado a esta tiparraca y a sus consentidores de Gerena lo tengo todavía mejor. Este arzobispo cree en Dios, y no como otros cuyo nombre recordar no quiero, que miraban a otro lado ante estas cuestiones. Como mantengo que tiene apellidos de árbitro de Segunda B, Asenjo Peregrina, le digo ahora con lenguaje de estadio: «¡Bien, Asenjo, bieeeeen!». La voz enérgica del arzobispo recordando que no todo vale ha resonado aún más en esta tierra del silencio cobarde de tanto cofradón. Ah, y los que en tropel piden que Cayetana devuelva hasta el rosario de su madre por la patochá de un niñato a caballo, de la que ella no tiene culpa alguna, no dicen ni media palabra para que la fotocopia de Penélope Cruz devuelva la Medalla de Sevilla, Tierra de María Santísima, o la Medalla de Oro de la Provincia donde precisamente está Gerena.

 

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