ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Una industria en las aceras

Es comúnmente aceptada la creencia de que la primera industria de Sevilla es el turismo. No sé cómo andará el turismo en cuanto a creación de riqueza y empleo, comparado con la industria aeronáutica. Da lo mismo. Admitamos que la primera industria de Sevilla es el turismo y su prima hermana la hostelería. Según lo cual, Sevilla es la única ciudad del orbe católico que tiene instalada su primera industria en las aceras. No funciona en los polígonos llamados industriales, no, sino en las propias aceras de la ciudad. Que cada día tienen una mayor ocupación industrial. Traduzco: cada vez hay más veladores de bares y restaurantes plantificados en las aceras, para fastidio del peatón, al que hay asociaciones que lo defienden frente al coche, pero no ante la ocupación de su espacio natural, la acera, por las mesas y sillas de la primera industria sevillana.
Decíamos el otro día que los veladores han dejado sin espacio para los peatones las aceras de la calle Mateos Gago, pero podemos seguir con el catálogo hasta el infinito. Por ejemplo: la calle Alemanes esquina a Placentines. Si usted va por la calle Alemanes camino de Placentines, llega un momento en que no puede pasar. Los veladores a porfía de todos los bares y restaurantes turísticos taponan esa calle. Y se extienden hacia el Palacio Arzobispal por Matacanónigos. A este paso, llegará el día en que monseñor Asenjo no podrá salir, porque le habrán llenado de veladores hasta la mismísima puerta del Palacio Arzobispal. El avance de los veladores, ¡vamos de frente!, los tiene ya por ambos costeros de Palacio.
¿Y el arranque de la Cuesta de Bacalao? ¿Usted ha intentado pasar desde la esquina del Bar Gonzalo hacia la calle Alvarez Quintero, a la que han puesto por cierto alfombra roja? ¿Alfombra roja para quién? ¿Para los peatones de Sevilla o para los turistas que se sientan allí a comer paella (de plástico) a las 6 de la tarde en plan "a atajar la calle, que no pase nadie"?
Ah, y no se queje usted de que esos veladores que han puesto delante de su casa no dejan pasar a su mujer de usted con el cochecito de niño chico de su hijo de usted, y se tiene la pobre que bajar de la acera y tirar por medio de la calle, entre los coches, a pique de que la pillen. A quien protesta contra esta invasión de los veladores, los industriales hoteleros le dicen que cada mesa en la calle que se quita es un puesto de trabajo de camarero que se pierde. Y que si se quitan las mesas, con el paro que hay, pues usted me contará... Coartada perfecta.
Y luego, el I+D de eso que se ha inventado aquí en Sevilla: la mesa alta en la calle, sin sillas ni taburetes. El bar que no tiene posibilidad de poner una terraza te plantifica tres mesas altas de madera, con o sin taburetes, y adiós, pampa mía de la acera. El bar que no saca cinco mesas altas a la calle parece que ni es bar ni es nada. Y el que deja que los peatones pasen tranquilamente por la acera, sin carrera de obstáculos, pues ya saben: no está creando puestos de trabajo. Aquí la coartada es siempre el puesto de trabajo. Derribaron media Plaza del Duque porque el Cortinglés creaba muchos puestos de trabajo; dieron licencia a la Torre Pelli porque creaba muchos puestos de trabajo. No se pueden quitar los veladores, sillas y mesas altas de las aceras porque crean muchos puestos de trabajo en la primera industria de Sevilla, el turismo y la hostelería. Y al peatón chungo de pinreles y a las madres con cochecitos de niño chico, que les vayan dando...

 

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