Aunque me suena
a rioplatense por los cuatro costados, más argentina que la
expropiación de YPF a Repsol, comúnmente pasa no sólo por
sevillana, sino por sevillista, la creación y puesta en
circulación del espantoso remoquiete adverbial "sí o sí".
Suele atribuirse la invención de este "sí" floreado a José
María del Nido, presidente del Sevilla F.C. Hasta tal punto
la gente identifica este horror expresivo con Del Nido que
una biografía áulica que le escribieron en 2008 se titulaba
precisamente así, "Sí o sí".
Es tal la devastación que el remoquete ha causado en la
lengua española, que si usted pone "sí o sí" en el buscador
de Google, le dice que hay aproximadamente 335.000
resultados. Desde que el nido del cuco o el cuco Del Nido
dijo una vez que había que ganar "sí o sí", estas tres
palabras sirven para todo roto y descosido del uso de una
lengua que se va empobreciendo cada vez más. "Sí o sí" es
como un adverbio de afirmación al cuadrado. Como si el "sí",
de tanto uso, se hubiera desgastado y necesitara un
refuerzo. Como esto siga así, los curas, cuando casen a unos
novios, preguntarán exigiendo a los contrayentes la fórmula,
como un seguro contra anulaciones por la Rota y divorcios
por la Chipiona:
-- Pepita: ¿quieres a Manolo por esposo, sí o sí?
Cuando se celebre un referéndum, habrá una tercera papeleta.
Como se siga imponiendo esta moda, no solamente deberá haber
en las cabinas de votación papeletas del "sí" y del "no" a
secas. No podrá salir adelante decentemente ninguna reforma
sometida a consulta popular si no gana la tercera papeleta,
la del "sí o sí". El "sí" de María en el misterio de la
Anunciación se nos quedará corto tal como lo pintó Fra
Angélico. El ángel del Señor, si era sevillista, seguro que
tras su anuncio a María, le exigió el "sí o sí". De haberla
escrito en nuestros días, Leandro Fernández de Moratín
habría estrenado "El sí o sí de las niñas". Y de rodarse
ahora, en las películas de falsas africanidades y verdaderos
safaris sin roturas de caderas, los negros (perdón, los
subsaharianos) de las minas del Rey Salomón dirían: "Sí o
sí, buana". Ha quedado virtualmente fuera de la circulación,
y me atrevo a decir que pronto será hasta políticamente
incorrecta, la propuesta del padre Ripalda en su Catecismo
contra el uso del nombre de Dios en vano de los juramentos:
"Sí o no, como Cristo nos enseña" sería ahora "Sí o sí, como
Cristo nos enseña, y de patitas al infierno el que diga
simplemente sí".
Hubo un tiempo en que en España, con Zapatero, se gobernó
con el "sí o sí". Retiraron las tropas de Irak sí o sí.
Anularon la reforma educativa sí o sí. Suprimieron el Plan
Hidrológico sí o sí. Congelaron las pensiones sí o sí.
Rebajaron el sueldo de los funcionarios sí o sí. Tiraron con
el Plan E el dinero que no tenían sí o sí. Observamos ahora
que el "sí o sí" está en boca de todos los españoles,
excepto del presidente del Gobierno y de los ministros del
PP. Aquí las reformas a que se ven obligados porque los
anteriores dejaron esto sin un euro no se hacen sí o sí.
Aquí las reformas se hacen como pidiendo perdón por tener
mayoría absoluta. Los de Zapatero, nada más llegar,
cambiaron a los directivos de TVE sí o sí y desembarcaron en
los telediarios. Estos, ya ven la leña que les pegan en cada
telediario, sí o sí. Yo mandaba a la Moncloa una caravana de
camiones cargados de "sí o sí" para su uso masivo, a lo
Zapatero. Por si no lo saben, la traducción del "sí o sí" al
español castizo es "por cojones".
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