ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Sí o sí

Aunque me suena a rioplatense por los cuatro costados, más argentina que la expropiación de YPF a Repsol, comúnmente pasa no sólo por sevillana, sino por sevillista, la creación y puesta en circulación del espantoso remoquiete adverbial "sí o sí". Suele atribuirse la invención de este "sí" floreado a José María del Nido, presidente del Sevilla F.C. Hasta tal punto la gente identifica este horror expresivo con Del Nido que una biografía áulica que le escribieron en 2008 se titulaba precisamente así, "Sí o sí".
Es tal la devastación que el remoquete ha causado en la lengua española, que si usted pone "sí o sí" en el buscador de Google, le dice que hay aproximadamente 335.000 resultados. Desde que el nido del cuco o el cuco Del Nido dijo una vez que había que ganar "sí o sí", estas tres palabras sirven para todo roto y descosido del uso de una lengua que se va empobreciendo cada vez más. "Sí o sí" es como un adverbio de afirmación al cuadrado. Como si el "sí", de tanto uso, se hubiera desgastado y necesitara un refuerzo. Como esto siga así, los curas, cuando casen a unos novios, preguntarán exigiendo a los contrayentes la fórmula, como un seguro contra anulaciones por la Rota y divorcios por la Chipiona:
-- Pepita: ¿quieres a Manolo por esposo, sí o sí?
Cuando se celebre un referéndum, habrá una tercera papeleta. Como se siga imponiendo esta moda, no solamente deberá haber en las cabinas de votación papeletas del "sí" y del "no" a secas. No podrá salir adelante decentemente ninguna reforma sometida a consulta popular si no gana la tercera papeleta, la del "sí o sí". El "sí" de María en el misterio de la Anunciación se nos quedará corto tal como lo pintó Fra Angélico. El ángel del Señor, si era sevillista, seguro que tras su anuncio a María, le exigió el "sí o sí". De haberla escrito en nuestros días, Leandro Fernández de Moratín habría estrenado "El sí o sí de las niñas". Y de rodarse ahora, en las películas de falsas africanidades y verdaderos safaris sin roturas de caderas, los negros (perdón, los subsaharianos) de las minas del Rey Salomón dirían: "Sí o sí, buana". Ha quedado virtualmente fuera de la circulación, y me atrevo a decir que pronto será hasta políticamente incorrecta, la propuesta del padre Ripalda en su Catecismo contra el uso del nombre de Dios en vano de los juramentos: "Sí o no, como Cristo nos enseña" sería ahora "Sí o sí, como Cristo nos enseña, y de patitas al infierno el que diga simplemente sí".
Hubo un tiempo en que en España, con Zapatero, se gobernó con el "sí o sí". Retiraron las tropas de Irak sí o sí. Anularon la reforma educativa sí o sí. Suprimieron el Plan Hidrológico sí o sí. Congelaron las pensiones sí o sí. Rebajaron el sueldo de los funcionarios sí o sí. Tiraron con el Plan E el dinero que no tenían sí o sí. Observamos ahora que el "sí o sí" está en boca de todos los españoles, excepto del presidente del Gobierno y de los ministros del PP. Aquí las reformas a que se ven obligados porque los anteriores dejaron esto sin un euro no se hacen sí o sí. Aquí las reformas se hacen como pidiendo perdón por tener mayoría absoluta. Los de Zapatero, nada más llegar, cambiaron a los directivos de TVE sí o sí y desembarcaron en los telediarios. Estos, ya ven la leña que les pegan en cada telediario, sí o sí. Yo mandaba a la Moncloa una caravana de camiones cargados de "sí o sí" para su uso masivo, a lo Zapatero. Por si no lo saben, la traducción del "sí o sí" al español castizo es "por cojones".


 

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