No
quisiera hacer la competencia ni a Mentapicada ni a Euleón,
ilustres firmas gastronómicas de ABC, que saben de fogones y
barras siete mil millones de veces más que yo. Pero como
cliente de la sevillana hostelería, vengo advirtiendo algo
curiosón que comentar quiero. A efectos de platos fresquitos
de entrada para el verano, e incluso para lo que no es el
verano, Sevilla ha dejado de ser Emirato Independiente del
Gazpacho para pasar a depender del Califato del Salmorejo de
Córdoba. Si hubiera una Liga de esos platos nuestros
fresquitos, como camperitos y cortijeros que de las gañanías
saltaron a las mejores mesas, tendríamos que admitir que el
salmorejo va ganando al gazpacho por goleada. Si no me
quieren dejar por embustero, miren la carta del próximo
restaurante donde vayan, sea caro o barato, sofisticado o
sobrio. Verán cómo el gazpacho sevillano de toda la vida ha
desaparecido de las cartas y ha sido sustituido, y con
bastante éxito de crítica y público, por el salmorejo
cordobés.
Yo creo que esto es la venganza de Córdoba contra Sevilla.
En las pasada Feria de Mayo, Córdoba batió el récord de
parejas bailando sevillanas en un mismo lugar y en un mismo
momento. Un total de 679 parejas bailaron sevillanas de
manera simultánea en la Caseta Municipal del recinto ferial
de El Arenal. Si yo fuera cordobés, Rafaéeeee, me daría un
por saco espantoso que mi ciudad batiera el récord de bailar
algo que no es de Córdoba, como las sevillanas. Vamos, es
como si en la Feria de Sevilla se intentara batir el récord
de pandas de verdiales. De ahí pienso que viene la venganza
cordobesa del salmorejo. Si en Córdoba se baten los récords
de sevillanas, en Sevilla se baten marcas mundiales de
consumo de salmorejo cordobés. Al sombrero de alancha le
quitamos el nombre de "sombrero cordobés", como cita hasta
la letra de "Mi jaca", pero al salmorejo no le hemos quitado
el gentilicio de la Ciudad de los Califas y de Manolete. No
hay carta que se precie donde no te den el salmorejo.
Riquísimo en algunos lugares. Con la venia pedida a
Mentapicada y Euleón, no creo que en ningún lugar de Córdoba
haya un salmorejo tan bueno como el que ponen en la
heliopolitana Doña Clara, junto al Avelino; tanto, que hasta
lo he visto recomendado por los propios cordobeses del
imperialismo del salmorejo.
A este paso, pronto habremos de crear en Sevilla, al modo de
filial rociera, una hermandad que dependa de la matriz
Cofradía Gastronómica del Salmorejo, que imparte en Córdoba
doctrina sobre esta delicia andaluza, tomando como Biblia
"El Libro del Salmorejo", de Almudena Villegas, que editó
Almuzara. Tendremos que aprender los salmos del salmorejo, y
echarlos siempre por delante de los sevillanos salmonetes a
modo de salmodia del amuédano de la Mezquita cordobesa. A
los amigos de La Gazpachería, a los emprendedores que
comercializan en la avenida de Ramón Carande algo tan
nuestro hasta ayer por la mañana como el majaíto gazpachuelo
de toda la vida, habrá que recomendarles que funden La
Salmorejería. Salmorejo que por cierto, como tienen tanta
vista comercial, ellos ya te venden en tarrinas, igual que
el gazpacho. Salmorejo que en sus distintas advocaciones con
virutas de jamón o sin ellas, con huevo duro picado o sin
él, tiene tantas variaciones como templos y predicadores la
religión de los aleluyas. El gazpacho ha muerto, ¡viva el
salmorejo! Pues anda que cuando los sevillanos descubran la
porra antequerana hecha con aceite Hojiblanca, querido Juan
Manuel Blázquez, no sé la que van a liar...
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