Nueve mil
euros como nueve mil soles nos va a costar a los sevillanos
recomponer la decapitada escultura de la Matrona Híspalis
que corona el conjunto de Manuel Delgado Brackembury en la
fuente de la Puerta Jerez, y que se cargaron los gamberros
triunfales de la Eurocopa. Ya podían los niñatos canis
haberse ido a celebrar el triunfo a otro sitio. Por ejemplo,
a Las Setas. A muchos nos hubiera encantado que los niñatos
se hubieran subido encima y decapitado las Setas, ese
adefesio del que dijo Rafael Manzano que no tenía más
solución que la Goma Dos. O se podían haber ido a celebrarlo
a la Torre Pelli. A la Torre Pelli sí que le hubiera venido
bien una decapitación, que los niñatos, subiéndose y
renguinchándose en ella, le hubieran hecho caer por lo menos
veinte plantas.
Esto nos pasa por imitar a Madrid. El primero que imitó a
Madrid fue el escultor que hizo la fuente donde Híspalis
avanza como suele: sobre tortugas. Se inspiró en la Cibeles,
sólo que en vez de leones les puso niños meones, que riman.
Luego imitaron a Madrid los sevillistas, que se fueron a
celebrar los triunfos del club decano a la mentada fuente
amadrileñada, del mismo modo que en la capital del Reino los
merengues lo hacen en Cibeles. (Y como en Sevilla no hay
Neptuno, los béticos celebran sus victorias en la Plaza
Nueva, por aquello de que San Fernando el del caballo era
verderoncete.)
La imitación de Madrid en la Puerta Jerez era perfecta: la
Fuente de los Meones era la Cibeles; Casa Guardiola, el
Banco España; La Equitativa, el edificio de Correos; los
jardines de Cristina, los del Palacio de Buenavista donde
está el Cuartel General del Ejército; la Avenida, la calle
de Alcalá y la calle San Fernando, el Paseo del Prado. Pero
todo esto, tan armónico, tan nuestro, tan acrisolado desde
1929, se lo cargó Monteseirín. La de los canis ha sido la
segunda decapitación. El primero que le cortó la cabeza a la
Puerta Jerez toda fue Monteseirín. Monteseirín hizo con la
Puerta Jerez como los niños de la fuente de Delgado
Brackembury: mearse en ella. La desfiguró. La peatonalizó.
Le plantó un catálogo de farolas horribles. Le puso unos
bancos de Ikea que no pegaban ni con cola, para uso de
mendigos y perroflautas cochambrosos. Le quitó todo el
encanto de los años 20 y 30 que la Puerta Jerez tenía. Y
para remate de los tomates, como si no hubiera suficiente
fuente con la de Delgado Brackembury, le puso al lado una
especie de abrevadero de vacas o bidé de elefantas, en
homenaje a no sé qué de los poetas del 27...sin citar a Juan
Sierra, ni a Romero Murube, ni a Laffón. --PUNTOAPARTE--
Y digo yo: ya que van a restaurar la escultura de la Puerta
Jerez y le van a poner la cabeza, ¿por qué no restauramos y
le volvemos a poner la cabeza en su sitio a la Puerta Jerez
misma que decapitó Monteseirín? ¿Por qué no aplica Zoido el
"poyaque" de las obras en el cuarto de baño de casa? "Poyaque
están ustedes aquí, vamos a cambiar también los azulejos de
la cocina, que se están cayendo". Poyaque vamos a ponerle la
cabeza a la fuente descabezada, quitemos los bancos de Ikea
horrorosos. Poyaque vamos a restaurar la fuente, quitemos
todas las farolas espantosas. Poyaque vamos a reponer el
sistema hídrico de los chorritos que se cargaron los
niñatos, quitemos la fuente espantosa de los poetas del 27,
dejemos aquello como la palma de la mano, que era como
debería haber estado siempre, con una fuente sobra. Y
poyaque quitamos la fuente inútil, quitemos también las
pérgolas innecesarias de la avenida del Cristina, para que
Las Cigarreras y La O puedan volver por donde siempre.
Poyaque que entre los niñatos y Monteseirín se cargaron la
Puerta Jerez, dejémosla como siempre estuvo. Que la Puerta
Jerez vuelva a ser lo que siempre hemos entendido por Puerta
Jerez.
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