Primera tabla.
Plaza de San Francisco. 1895. El tranvía viene por calle
Granada. Viene el ripe y trae enganchada una jardinera.
Tiran dos mulas cansinas, tan viejas que ya no las enganchan
en la línea de Triana, porque no podrían con el repecho del
Altozano. El tranvía viene lentamente, entre bombines y
miriñaques. Aún no está delante de la barbería de los
soportales de la esquina de Sierpes. Hay un ruido de
delantales almidonados y de sables que se arrastran. Criadas
y minicipales. ¿Por qué en los tranvías van siempre tantas
criadas, sin niños, con canasto, y tantos municipales?
¿Dónde van esas criadas de acento montañés, moño bajo y
canasto huevero? ¿Y los municipales? Es que los municipales
no hacen otra cosa que montarse en el tranvía. Si pasa por
aquí don Cecilio, seguro que le hace un dibujo a plumilla
para la portada de la revista de la semana que viene. Me
echo atrás para dejar pasar el tranvía. Es verano. Lleva la
jardinera, abanicando el aire, como una bambera, la lona de
las cortinillas. La plaza huele a caballo y a sol. Caballos
de los peseteros que esperan el médico de leontina que nunca
llegará. Cagajones de estas mulas de los tranvías, tan
lentas, tan silenciosas, tan obstinadas.
Segunda tabla. Plaza del Duque. 1923. El tranvía ha salido
de la calle Trajano. Cae la tarde sobre la casa de Sánchez
Dalp y las palmeras. Tocan retreta en el cuartel. Del
tranvía se bajan unos soldados. Cómo echan chispas las
tachuelas de sus botas sobre los adoquines, corriendo como
salen para la calle Palmas... Ahora se baja un cura. Dos
niños se acercan a besarle la mano. Ahora se baja un
flamenco. Se le nota por los tufos, por el pañuelo de seda.
¿Tan temprano viene hoy Manuel a La Vinícola? ¿Qué le
traerá? Me acerco y lo oigo. No es La Vinícola. Es el Señor.
Hoy es viernes. Manuel todos los viernes coge el tranvía en
la Alameda, en la esquina de las Lumbreras, y lo suelta aquí
en el Duque. ¿Por qué coge Manuel el tranvía para tan poco
trecho? ¿Y no cogen los señoritos el coche para ir de la
Bodega Sanlúcar al Labradores, que está allí al lado? El
señor Manuel, que vive en el Corral de los Chícharos y canta
como nadie las medias granaínas, en su tranvía, es tan señor
como el conde Halcón en su coche de caballos. Sigue cayendo
la tarde. Ahora se sube uno que acaba de comprar «El
Liberal». «El Liberal» pone no sé qué de la guerra de
África...
Tercera tabla. Calle Arrebolera. 1931. Ea, abajo todo el
mundo, ¿cómo dice usté?, que abajo todo el mundo. ¿Pero se
ha cortao el fluido? Ni fluido ni ná, que abajo todo el
mundo, que esto es la huelga general y que viva el comunismo
libertario. Pero si yo tengo que llegar a la calle Relator.
Pues se va usted andando, que el muelle ha parao, y el metal
ha parao y los corchotaponeros han parao, y además,
que a mí nadie me pone las orejas coloras diciéndome que soy
un esquirol, que tenía que haber parao en la Pasarela y
desmasiao que he seguío hasta aquí, ¿usted no ha visto lo
que decían esos de la fábrica tornillos que nos han tirado
las piedras en la Puerta Carmona? Ea, de la Arrebolera no
pasa hoy el tranvía de la Ronda, y si quiere usted reclamar,
pues vaya usted y hable usted con el ingeniero, que no la va
entender, comadre, porque es inglés...
Cuarta tabla. Calle Tetuán. 1955. Ha acabado la sesión vermú
en el Palacio Central. Todos los abrigos de astrakán de
Sevilla han salido del Palacio Central esta tarde. Como el
invierno está empezando, hay un inconfundible olor a bolitas
de alcanfor en estas salidas de los cines. En el San
Fernando está Conchita Piquer. Todos estamos paseando por la
calle Tetuán. Yo te diré el tiempo que llevamos. Este
tranvía, el 87, de la línea 1, con la tablilla colorada, ya
es la segunda vez que lo veo. Ya ha dado una vuelta a la
redonda el tranvía. Mañana, aquella niña, que está en el
Valle, cogerá este mismo tranvía. El tranvía también escribe
primeros poemas de amor.
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