En la
dual y barroca oposición de contrarios de Sevilla, se
cita como clásico el enfrentamiento entre Joselito y
Belmonte, nuevas Justa y Rufina que sostuvieron la
Giralda del toreo en su Edad de Oro. José y Juan forman
parte de la retahíla de duales de Macarena y Esperanza
de Triana, Sevilla y Betis, y etcétera y etcétera. Son
la Sevilla apolínea y la dionisíasca las que subyacen en
estas dualidades. Y en la materia torera que nos ocupa,
Joselito era lo apolíneo; Belmonte, lo dionisíaco.
Es tiempo de recordación de los dos grandes toreros de
Sevilla, con ocasión de fechas redondas. El 8 de abril
hizo 50 años de la muerte de Belmonte, que se pegó un
tiro en "Gómez Cardeña" con una pequeña pistola, que por
cierto estuvo expuesta en su día en el Museo de la
Policía que la Dirección General del Cuerpo tenía en la
calle Miguel Ángel de Madrid, junto a históricas piezas
de convicción o famosas armas del crimen. Desmontado ese
museo policial y trasladado a Ávila, por más que he
preguntado (¿verdad, Juan Rojo?) nadie ha sabido decirme
el paradero de la pistola de pequeño calibre con la que
Belmonte se quitó la vida. Mi idea es que igual que la
pistola con la que Larra se suicidó está en el Museo
Romántico de Madrid, el arma de la tragedia final de
Belmonte debería figurar con todos los honores y
respetos en el Museo de la Plaza de los Toros de
Sevilla.
Muerte por muerte, ese tiro de "Gómez Cardeña" hizo
nacer a Belmonte a la mitología del toreo más que el
pitón de "Bailaor" que acabó en Talavera con la vida de
su rival ante las masas, con José Gómez Ortega
"Gallito". Cuentan que Belmonte, pasando un día por el
monumento a Joselito en Gelves, comentó amargamente:
-- José me ganó la partía en Talavera.
Creo que no. Juan fue el que le ganó la partida de la
Historia a José. Y no en la plaza de toros, sino entre
intelectuales y mitógrafos. Sus amigos los escritores,
los poetas, los artistas hicieron de Juan un mito,
empezando por Chaves Nogales, que lo convirtió en
clásico de la literatura taurina. A Joselito le faltó
literatura, quitando algún poema de Alberti, quitando
alguna copla de repeluco: "Que por Gelves viene el río/teñío/con
sangre de los Ortega". Quien le ganó la partía fue Juan
a José. Y no en Talavera, sino en Alianza Editorial. En
el cincuentenario de su muerte se vio: cómo se celebró
en Sevilla, como una fiesta, algo tan triste como que un
hombre se pegara un tiro en el atardecer de su vida.
Aquella Sevilla que fue tan gallista que hasta levantó
una plaza de toros para su ídolo, la Monumental, muerto
José se hizo belmontista. Nadie se acuerda de Joselito,
ni de su mausoleo en el cementerio, ni de los Hércules
de la Alameda con crespones negros en su entierro. En
cambio, todo el mundo cita a Belmonte según Chaves.
Joselito no tuvo su Chaves Nogales y se nota. Por eso me
alegra que alguien se acuerde de que este año se celebra
el centenario de la alternativa de Gallito, en la Feria
de San Miguel de 1912, el 28 de septiembre, que se la
dio su hermano Rafael, quien le cedió un toro de Moreno
Santamaría. Un Joselito que entonces ya era un mito a
sus 17 años. Un mito medio olvidado ahora en su Sevilla,
ciudad que se hizo belmontista. Por eso me alegra que la
Real Academia de Bellas Artes conmemore desde hoy la
alternativa de José con un ciclo de tres conferencias en
la Real Maestranza. La presidenta de la Academia dice
que es "el triduo a Joselito". Un triduo me parece poco,
querida Isabel León. Esta Sevilla tan gallista que se ha
vuelto tardobelmontista le sigue debiendo a José, aparte
de tu triduo, una novena y un septenario, porque a su
memoria y a cuanto fue en el toreo según Sevilla le
están haciendo pasar el quinario.